jueves, 27 de diciembre de 2018

LA SIERRA DE SEGURA Y LA NAVIDAD

LA NAVIDAD... MOVIDOS POR LA TRADICIÓN


Nadie puede negar que cuando empieza el mes de diciembre, o si me apuráis, cuando pasa la Inmaculada, nuestra mente se vuelca con la Navidad;  y no me estoy refiriendo al continuo bombardeo de la lotería o la publicidad machacona que busca su oportunidad de ventas en esos regalos navideños, sino a toda una parafernalia que se vive de forma más o menos intensa. Los ayuntamientos empiezan a engalanar las calles con decoración extraordinaria y luces de colores, siendo esta la forma de anunciar, en todos los pueblos, que un acontecimiento extraordinario se va a producir en cada municipio. Pero a nivel individual también ocurre algo parecido, pues engalanamos nuestras viviendas con todo tipo de adornos y motivos navideños. 
Belén escolar
      Es raro el hogar donde  no se decora un árbol para la Navidad o sacamos de cualquier caja las figuras que servirán para confeccionar un precioso y vistoso Belén;  que incluso algunos, que pretenden dar más realismo a las escenas, se adentran por nuestros montes a buscar hierbas, plantas aromáticas y musgos para realizar una más grandiosa composición del nacimiento de Jesús.
Belén municipal Arroyo del Ojanco
Toda nuestra comarca, y toda Andalucía podríamos decir, mantienen una importante tradición belenista que está muy arraigada en sus pueblos y sus gentes, convirtiéndose la elaboración de belenes en una de las piezas claves de la Navidad en cualquier población de nuestra tierra. A nivel público podemos encontrar trabajados belenes con diversas figuras y de dimensiones variadas instalados en zonas públicas o instalaciones de los ayuntamientos por los servicios municipales con la finalidad de completar la decoración navideña. 
Belén parroquial. Arroyo del Ojanco
      Son nacimientos simples que tratan de trasladar a la calle el sentido de la fiesta y la tradición. También la realización de belenes vivientes es una actividad que diversas asociaciones, en colaboración con los ayuntamientos, están en los últimos años difundiendo, como es el caso de Siles.
Belén viviente de Siles. Cartel anunciador 2018
      Aunque es mucho más normal y también tradicional la confección de importantes belenes parroquiales que, por su dimensión y número de componentes, alcanzan el calificativo de espectaculares, siendo expuestos en iglesias o recintos sacros al ser impulsados desde las parroquias y confeccionados por sus feligreses. Pero quizás, en la actualidad, es más notable la presencia de pequeños y, en algunos casos, grandes belenes que se quedan dentro del ámbito familiar, siendo la participación de los pequeños de la casa muy destacada, llegando a convertirse en casi un tradicional juego familiar de la Navidad. La colocación de componentes naturales invitaba a una excursión por los campos de alrededor para buscar hierbas, musgos o cualquier planta aromática que sirva para decorar con mayor gusto el nacimiento y darle mayor espectacularidad, mientras que la colocación de los diferentes elementos siempre es motivo de risas y ambiente familiar.
Instalación de decoración navideña. Siles
      También se puede vivir el espíritu navideño en los diferentes actos que se fomentan desde los departamentos de cultura de los municipios, los centros Guadalinfo, asociaciones musicales y culturales o incluso centros educativos de la comarca. Se suelen convocar concursos de confección de postales navideñas, de belenes o decoración de árboles de Navidad o de villancicos, también hay exposiciones, actos musicales con centro de inspiración en la Navidad, mercadillos y actos diversos con pequeños y mayores como protagonistas.
Certamen anual de villancicos Sierra de Segura. Puente de Génave
Otro aspecto de la Navidad tiene un componente que resulta inherente e inseparable a esta celebración, este componente es la variada gastronomía que acompaña las extraordinarias comidas típicas que se realizan, básicamente, en familia. Sentarse a la mesa en Nochebuena o el día de Navidad siempre lleva aparejado el exceso como muestra de agradecimiento divino y buenaventura. La Navidad no es tiempo de pensar en la báscula o en las dietas ya que la gastronomía típica navideña, también forma parte importante de nuestra cultura, está cargada de suculentos platos donde la presencia de calorías es bastante destacada. Comidas abundantes que se componen de manjares diversos que no suelen aparecer en otras épocas del año por nuestras mesas, dándole ese punto de excepcionalidad a la celebración navideña. Nuestras tierras son más propicias a platos con presencia de carnes y, entre ellas, destacan las propias de corral como el pavo o pollo, pero también el cabrito, el cerdo y el cordero segureño, ocupan siempre lugar destacado en la cena de Nochebuena o en la comida de Navidad. Y todo ello, casi siempre, junto al fuego y no siendo extraño que se escape alguna entonación de los villancicos más populares que son cantados por toda la familia.
Dulces navideños. Roscos de vino.
También los dulces navideños ocupan lugar destacado en nuestras mesas, pues no existe celebración navideña sin polvorones, mantecados, hojaldres y los roscos de anís o vino; y todo ello al tiempo que degustamos licores caseros y la típica mistela segureña a base de café. Es tiempo de reunirse con la familia y tiempo de melancolía por el recuerdo de los que ya no están. Especialmente cuando se acude, todos juntos en familia, a la celebración de la Misa del Gallo. Es momento de fraternidad, de buenos deseos, de olvidar problemas y rencillas, y todos juntos cantar esos villancicos tradicionales que invitan a la paz y la concordia.
Misa del Gallo. Ofrenda al Niño Jesús
Otra de las particularidades serranas y, prácticamente de toda Andalucía, es su pasión por el cante y la tradición; en el hecho de pedir el aguilando o aguinaldo se unen ambos conceptos. Es habitual ver a las calles a grupos de gente, peñas o grupos vocales, donde la edad no es un impedimento, ir cantando a golpe de guitarra, pandereta y zambomba. Sí, quién no recuerda cuando se producía en las casas la matanza y los pequeños pedían a sus madres que les consiguieran la piel de la vejiga de la orina del cerdo, para después de limpia, utilizarla en la elaboración de una pandereta o una ruidosa zambomba. Era el paso previo para reunirse toda la chiquillería, y algunos mayores, durante las vísperas de la Nochebuena, e ir casa por casa, tocando a cada puerta para decir a un solo grito eso de “se reza o se canta”; era necesario ofrecer esa opción por si durante el año que estaba a punto de finalizar en esa familia se había producido algún fallecimiento; y cuando se acababa de cantar ese villancico que se repetía una y mil veces, recoger esas golosinas o dulces típicos de elaboración casera que después se repartían en perfecta armonía y alguna que otra copita de licor casero; festejando así la alegría de la Navidad con esos villancicos tradicionales.
Tradición del aguinaldo. Puerta de Segura. Cartel anunciador
Otro acto vivido en comunidad en todos los municipios de nuestro entorno son las Cabalgatas de Reyes Magos. Hay que mencionar que dentro de la programación, normalmente para el día 1 de enero, estará la visita del Paje Real que será el encargado de recoger todos los mensajes y cartas que los niños han confeccionado y en las que piden a la “magia de Sus Majestades” todo un completo catálogo de juguetes y regalos. Será después cuando se viva el pasacalle donde la figura de los tres reyes, al tiempo que reparten dulces y golosinas, iluminará la mirada y provocará la sonrisa de pequeños y mayores que vivirán ese momento con la misma ilusión que cuando fueron niños.  Las  engalanadas carrozas traerán a nuestros pueblos a los Reyes Magos de Oriente recorren las calles para impresionar a los niños y llenarles de ilusión, ilusión que se completará tras una noche que colmará todos sus deseos.
Cabalgata de Reyes Magos. Puente de Génave
Por eso me permito recomendaros que durante estas fiestas navideñas no perdamos el espíritu, el espíritu de la Navidad, ese espíritu que te hace sonreír más, te hace sentir más cercano a los demás, hace que tengamos el corazón más abierto y predispuesto a la solidaridad….en definitiva, hagamos de la Navidad ese tiempo en el que mantenemos en viva memoria a todos los que la distancia nos impide ofrecerles directamente nuestra afectividad, mientras para aquellos que se encuentren a nuestro lado, no dejemos que se pierda esa sana costumbre de repartir sonrisas y abrazos para, de todo corazón, ofrecer nuestros mejores deseos de felicidad.

( jt )

viernes, 14 de diciembre de 2018

RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA SIERRA DE SEGURA (XIII)

Presentamos una nueva entrega de este particular recorrido por la historia de nuestra comarca en el que queremos hacer llegar a todos las particularidades más significativas de la Sierra de Segura. En este decimotercer capítulo nos centramos en las particularidades históricas que se produjeron en la Sierra de Segura durante el convulso S. XIX, que mantienen los mismos estereotipos que han marcado nuestro pasado, con una población empobrecida que ha visto como la explotación de nuestra riqueza natural no repercutió positivamente en el desarrollo de nuestra tierra ni en el beneficio de nuestras gentes.
Mapa comarcal de la Sierra de Segura

Capítulo decimotercero.-LA SIERRA DE SEGURA DURANTE EL S. XIX

(jt)

        Si la comarca de la Sierra de Segura ha sido, por sus particularidades geográficas, un territorio que ha hecho de su aislacionismo una característica que ha marcado su evolución, resulta más que evidente que sus gentes vivieron totalmente al margen de las particularidades de los cambios sociales, económicos y políticos que se estaban fraguando en la época de la Ilustración. El liberalismo fue un concepto totalmente desconocido hasta bien entrado el S. XIX, pues la vida en la sierra estaba siguiendo las mismas pautas de las establecidas por el absolutismo monárquico que permitían el dominio de los señoríos y encomiendas.
Estructura social del Antiguo Régimen
    Un hecho que en aquella época pasó totalmente inadvertido por las gentes de la sierra fue la revolución iniciada en Francia en 1789 contra la monarquía absolutista, aunque posteriormente tuvo una gran repercusión en España, al verse invadida por la tropa francesa dentro de su proceso de expansionismo imperial. España se vio así involucrada en una guerra de liberación contra el invasor que trajo saqueo, pobreza, muerte y destrucción, la llamada Guerra de Independencia. Pero dentro de las consecuencias de esa guerra debemos valorar como positiva la introducción de las formas y dinámicas liberales por parte del invasor en las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestro país, estableciendo los principios que acabarían con el absolutismo monárquico.
Asalto de las tropas francesas a Segura de la Sierra
        Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) la presencia y ocupación francesa de la comarca no se produjo hasta los primeros meses de 1810 con el asedio a Segura de la Sierra, permaneciendo desde entonces bajo la administración de José I, nuevo rey de España, hasta bien entrado 1812. Ello no significa que no padeciera los efectos de la guerra antes y después de esas fechas. La gran mayoría de la comarca de Segura ayudó con suministros y dinero al ejército patriota que pretendía hacer frente a los franceses en Bailén. Para ello se creó un fondo de donativos procedente de las aportaciones vecinales, entre los que las ayudas eclesiásticas, a través del vicario de Segura, tuvieron especial relieve.
José I Bonaparte
          José I, hermano de Napoleón y nuevo rey de España, estaba intentando demostrar que era capaz de proporcionar a la inmensa mayoría de españoles la justicia social que le tenían arrebatada las clases dominantes a base de privilegios dentro de sus dominios o señoríos. En un primer momento toda la oposición política al francés se aglutinó en torno a la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, que tras pasar por varias sedes y ante el acoso de las tropas francesas a pesar del contratiempo de su derrota en Bailen, finalmente, recaló en Cádiz, ciudad que, en cierta forma, contaba con la protección de la armada inglesa. Las dificultades de la Junta para ejecutar acciones de gobierno y ante la falta de legitimidad que mantenía, propició su disolución en enero de 1810, no sin antes hacer una convocatoria a Cortes Generales. 
       Estas Cortes se conformarán en septiembre del mismo año, ya con capacidad legislativa, en la que participaron seis diputados representantes de la circunscripción de Jaén: Francisco González Peinado, Diego Marín y Vadillos, José Manuel de Vadillo, José Serrano y Soto, Juan Manuel Subrié Martínez y Tomás Tauste. Es así como las Cortes de Cádiz pudieron abolir todos los privilegios de la nobleza y de la iglesia con el Decreto de 6 de agosto de 1811 de supresión de los señoríos jurisdiccionales, que pasaron a incorporarse a la nación, iniciando el camino del liberalismo en España con la redacción de la Constitución de 1812 “La Pepa”. De esta forma el pueblo pudo aspirar a ganar aquellos derechos que no había llegado a tener nunca. 
Juramento de los diputados a las Cortes de Cádiz
        Los desajustes estructurales a los que se vio condenada nuestra comarca durante la vigencia de su estatus como provincia marítima provocó grandes despoblamientos, pues su población vivía en las peores condiciones aferrada a una economía de subsistencia al tiempo que veía como su principal riqueza, la maderera, salía de sus tierras sin aportar ningún tipo de beneficio a sus gentes. Esto se vio alterado, pero no resuelto con la Guerra de la Independencia que, como en el caso de Segura de la Sierra, dejó sangre y destrucción cuando las tropas francesas alcanzaron la población en 1810 siendo saqueada e incendiada posteriormente, con lo que se pierden los archivos de la Encomienda de Santiago existentes en la localidad. Pero, a nivel general, la comarca de la Sierra de Segura, por lo intrincado de su territorio, ofreció una dura resistencia al dominio francés, pues sus tropas no muchas veces se atrevían, por miedo a sufrir emboscadas de lugareños, a utilizar sus caminos, por lo que algunas aldeas y cortijadas sufrieron, sólo de forma muy esporádica, el acoso y dominio francés a través de saqueos centrados en el hurto de comida que sirviera para alimentar a la tropa. En esta labor de acoso hacia las tropas francesas destaca la acción de los llamados guerrilleros y bandoleros, siendo nuestro territorio el lugar por el que realizaron muchas incursiones y acciones armadas,  de control de caminos y de lucha antifrancesa, destacando en las zonas próxima a Cazorla y Segura el llamado comandante de Hermenegildo Bielsa, quien habiendo sido nombrado Comandante General de las Guerrillas del Reino de Jaén por la paupérrima resistencia del ejército español, se desplazó a la Sierra de Cazorla y Segura y empezó a reunir y organizar las partidas guerrilleras segureñas, secundadas por el Padre Franciscano Juan de Rienda y otros lugartenientes como P Pedro de Alcalde o los hermanos Pedro María y Juan de Uribe naturales de Villacarrillo.
Carta firmada por Hermenegildo Bielsa en 1910
Los franceses no dejaron pasar la oportunidad de sobreexplotar la riqueza maderera de nuestro territorio y fueron muchos los cargamentos de madera que circularon río abajo para potenciar la armada y marina mercante francesa. Un informe realizado en 1811 por Francisco Angulo, durante el mandato de José I, pone en evidencia la sobreexplotación incontrolada que se estaba llevando a cabo en los montes de Segura para abastecer a los astilleros de la Carraca en Cádiz para la marina mercante, aunque también se abasteció a diferentes poblaciones a orillas del Guadalquivir para la reconstrucción de infraestructuras dañadas por la guerra.
En 1812, las Cortes de Cádiz suprimen todas las Ordenanzas de Montes y conceden libertad para cortar y vender sin privilegios, pasando los bosques segureños a propiedad particular o comunal de los ayuntamientos. Pero la vuelta de Fernando VII, y con él las prácticas absolutistas, anulan de facto todas esas determinaciones y acuerdos, recuperando las Ordenanzas su vigencia hasta el 22 de diciembre de 1833 en el que se publican nuevas Ordenanzas Generales de Montes que en la práctica supusieron la abolición definitiva de la provincia marítima.
Ordenanza General de Montes de 1833 que puso fin a la Provincia Marítima
     El triunfo sobre los franceses supuso el triunfo de las clases reaccionarias que volvieron a ejercer sus privilegios, bajo la protección del rey Fernando VII, con más furia si cabe, contra el pueblo, sobre el que recae el trabajo más duro y las peores condiciones de vida. Por lo tanto, con la vuelta del monarca Fernando VII tras finalizar la guerra se suspenden todos las acuerdos y determinaciones realizadas por unas Cortes liberales que consideraba ilegitimas y contrarias al orden absolutista. De esta forma la Iglesia, los comendadores, nobles y grandes propietarios recuperaron nuevamente su poder absoluto y privilegios sobre la explotación de los latifundios agrarios englobados en sus señoríos, cuestión que también afectó a la comarca de la Sierra de Segura, aunque no favoreció la recuperación de los derechos jurisdiccionales de los señoríos, por lo que fue la corona la encargada del nombramiento de alcaldes, que normalmente recaían entre miembros de las familias de la vieja oligarquía que, de esa forma, ejercía el control de tierras y bienes en las poblaciones más importantes.
Fernando VII
El reinado de Isabel II (1843-1869) supuso la prosecución de un largo y accidentado camino hacia el Estado constitucional. Fallecido Fernando VII, y tras la abolición de la Ley Sálica que impedía a las mujeres acceder al trono, transcurrieron diez años de Regencia, primero de su madre María Cristina de Borbón y después del general Espartero, hasta la mayoría de edad de Isabel, un decenio no exento de trascendencia para la historia comarcal. Es en este momento en el que se produce un hecho transcendental para nuestra comarca. En 1833, tras 587 años de existencia, el Real Decreto de 30 de noviembre redactado por el secretario de Estado de Fomento en aquel entonces, Javier de Burgos, suprimió el Reino de Jaén, creándose la actual provincia de Jaén, que se formó uniendo las localidades del reino homónimo, algunas localidades del reino de Murcia, y dos poblaciones que hasta entonces pertenecían a La Mancha: Beas de Segura y Chiclana de Segura. De esa forma podemos decir que la sierra de Segura dejó de pertenecer al Reino de Murcia, pues los municipios y villas de Benatae, Génave, Orcera, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra, con los agregados de La Puerta y de Bujaraiza que incluía a Hornos, Siles, Torres y Villarrodrigo se incorporaron a la provincia administrativa de Jaén la antigua Encomienda de Segura, el Adelantamiento de Cazorla y la Encomienda de Beas.
Javier de Burgos
Otro acontecimiento a destacar para la Sierra de Segura la desamortización eclesiástica en 1836. Aunque el proceso desamortizador tuvo sus antecedentes en siglos anteriores, no cabe duda el desarrollado en esta primera etapa liberal constituye un proceso político, social y económico de calado para la historia de España y de la comarca, donde la presencia y la riqueza de la Iglesia, como hemos visto, tenían un peso específico importante. Sus fincas rústicas, tras convertirse primero en Bienes Nacionales después de la desamortización de Mendizabal, fueron subastadas públicamente por el Estado, pasando una buena parte de ellas a manos de las clases pudientes conocedoras del proceso y con contactos en la Administración: burguesía adinerada (terratenientes, funcionarios, etc.) y nobles. Por lo que se refiere a los edificios religiosos de la ciudad (conventos, iglesias), sometidos igualmente al proceso desamortizador, terminaron engrosando el patrimonio municipal en municipios como Segura de la Sierra, Siles o Beas, mientras que otros simplemente acabaron por desmantelarse, como es el caso del convento de Santa María de la Peña en Orcera.
Representación del Convento de Santa María de la Peña de Orcera
La desamortización promulgada por Mendizabal en 1836, sirvió para desmantelar los señoríos y propiedades eclesiásticas y nobiliarias, poniendo en venta las tierras de propios y baldíos y los montes comunales. Pero en la comarca de Segura la situación era especialmente grave a la hora de deslindar ya que la base de las necesidades primarias estaban en la agricultura, no habiendo grandes contingentes de venta, aunque las que se produjeron, principalmente zonas de monte bajo, provocaron que empezaran a labrarse laderas e, incluso, en las partes altas de las montaña, siendo el cultivo ideal que proliferó de forma desmedida el olivo.
Un hecho destacado de esta época fue el conflicto generado por la primera guerra carlista en nuestro territorio comarcal que, aunque quedaba bastante lejos de la zona de conflicto en el norte y levante peninsular, no quedó del todo al margen pues, precisamente por la orografía y difícil acceso de sus valles, hubo presencia de partidas carlistas que alteraron la tranquilidad de los lugareños. Es destacable, en 1836, el paso de la expedición del general carlista Miguel Gómez, originario de Torredonjimeno, por nuestras tierras cuando se dirigía a Villanueva del Arzobispo, Úbeda y Baeza, en septiembre de 1836, llegando a saquear e incendiar el antiguo tribunal de Marina en Orcera que regulaba los pleitos sobre la propiedad maderera. Posteriormente, algunas otras partidas carlistas se adentraron también en la sierra, destacando especialmente el que capitaneaba Isidro Ruiz, el Monjero, allá por el año 1838.
General Miguel Gómez.
Posteriormente, serían los propios ayuntamientos los que se verían seriamente afectados en su economía, pues el propio Pascual Madoz, elevado a ministro de Hacienda en 1855, pocos años después de la conclusión de su interesantísimo Diccionario Geográfico-Estadísitico-Histórico de España, elaborado entre 1845-1850, decretó la Ley de Desamortización de los bienes de Propios y de Beneficencia de 1 de mayo de 1855, lo que en la práctica se transformó en una medida que ponían en venta tierras comunales de propiedad municipal que ofrecían una importante fuente de recursos para cubrir los gastos de los municipios, privándoles de ingresos a ayuntamientos y las instituciones de beneficencia dependientes de ellos.
Esto supuso nuevas tierras para roturar, aunque debemos destacar que la mayor parte de sus montes quedarán fuera de las políticas desamortizadoras de la época, recalando en propiedad estatal y evitando su venta a propietarios privados. Ese es el origen del excepcional peso que actualmente tiene la propiedad pública en los montes de nuestra comarca y que ha propiciado su conversión en Parque Natural por decreto 10/86, de 5 de febrero de 1986. En las pocas propiedades que fueron vendidas se produjeron transformaciones e innovaciones agrarias, básicamente de olivar, aunque fueron actuaciones, hasta cierto punto, sostenibles, cuestión que no es comparable a la destrucción ocasionada por los grandes intereses madereros que, amparados en sus cargos políticos y privilegios sociales, aprovecharon el gran momento de especulación propiciada por la necesidad de traviesas para la construcción de las vías férreas de todo el territorio nacional a partir de mediados de S. XIX.
Innovación agraria de montaña de cultivo de olivar
A finales de siglo, el campo segureño entró en crisis. Los terratenientes seguían acumulando propiedades y creando latifundios olivareros, siendo, en parte, consecuencia de un proceso desamortizador que benefició básicamente a terratenientes burgueses más que a los propios campesinos incapaces de mantener las pequeñas propiedades a las que muy difícilmente había tenido acceso en los procesos de desamortización.  Se produce un empeoramiento de las condiciones de vida del campesinado y del ganadero, muy mermado en ocasiones por los ataques de los lobos en la zona alta de Santiago-Pontones; por lo que, de alguna manera, fueron empujados a colaborar en la explotación maderera de los montes provocando, como hemos dicho, grandes expolios y fraudes a medida que nos acercamos al final del S.XIX, quedando los habitantes de la sierra condenados sobrevivir de la precaria agricultura y ganadería, así como de los trabajos procedentes de la extracción de la madera, conducción y derivados. Aquí los hacheros, que miden y señalan las zonas de corte, los aserradores, que talan y trocean la madera, los arrieros o acarreos, que la transportan hasta las zonas fluviales, los pineros, que transportan los troncos a través de las aguas de los ríos dirigidos por un maestro de río que coordinará la conducción en colaboración del mayoral de lantera que preparará las condiciones del cauce, o el mayoral de zaga, que irá encauzando toda aquella madera que se quede rezagada o atascada en el río. Además había un numeroso contingente de pinches, aguadores y ateros que se encargaban de la alimentación y de toda la intendencia para las cuadrillas de trabajadores.
Gancheros en su tarea de extracción de la madera a través de los ríos
Los destinos de la madera ya no sólo tenía como punto de destino los astilleros gaditanos o cartageneros, ahora ya eran diversos, pues con la aparición del ferrocarril éste sería el medio de transporte que distribuiría la madera, principalmente traviesas, por toda España, por lo que se buscaban las estaciones más próximas a los puntos de producción en la Sierra de Segura. La madera que bajaba por el Guadalimar llegaba hasta la estación de Linares-Baeza, la que lo hacía por el Guadalquivir hasta la de Jódar y las que lo hacía por el Segura hasta la de Calasparra para así después ser distribuida por todo el territorio nacional que en ese momento llevaba a cabo un proceso de expansión constructiva de líneas férreas.
Cargamento maderero con transporte ferroviario
Será ya en 1865 cuando se promulga un Reglamento para el deslinde de los Montes Públicos, que será la norma vigente en la materia hasta el actual Reglamento de Montes que se establecerá, por Decreto 485/62, el 22 de febrero de 1962. Como se ha tratado de explicar, la actividad maderera y de explotación forestal ha sido punto de controversia y conflicto durante más de dos siglos porque la madera y su explotación se convierten en fuente de trabajo, pero no de riqueza para la población de la sierra, aunque también se podía extraer resina, plantas para utilización en farmacia, perfumería o aromas cosméticos; así como todo tipo de setas, frutas del bosque y miel que servían de perfecto complemento a las débiles economías familiares.
Extracción de la resina del pino
Los datos anteriores son muestra de una sociedad aún estancada en la economía agraria de subsistencia del Antiguo Régimen. Así, la inmensa mayoría, prácticamente dos tercios de la población activa, todavía se dedicaba a la agricultura, el sector secundario es básicamente artesanal y el terciario residual. Hay que destacar que la población en la Sierra de Segura fue creciendo de forma sostenida entre 1800 y 1850, pero este crecimiento se estancó en la segunda mitad de siglo debido al mantenimiento de una alta tasa de mortalidad y al atraso socioeconómico ligado al fracaso de los procesos de redistribución de la propiedad agraria y el aislacionismo respecto a las principales vías de comunicación. Este atraso provocaba constantes crisis de subsistencias y una elevada mortalidad por enfermedades infecciosas, entre las que destacaban las enfermedades gastrointestinales, la tuberculosis y el cólera, debiendo destacar la mortífera epidemia de 1885. En cuanto a las primeras, se debían a las deficiencias en el abastecimiento de aguas potables y en la correcta evacuación de las residuales, por lo que diarreas, tifus y disenterías eran muy frecuentes. La tuberculosis o tisis era la compañera inseparable de la insalubridad, la desnutrición y la miseria. Por último, el cólera era una enfermedad originaria de Asia que a partir de 1830 se extendió por Europa en continuas oleadas epidémica. Entre estas últimas destaca la producida en nuestra Sierra entre el verano de 1884 y finales de 1885, que procedente de Francia, provocó en España 120.254 muertes, 2.559 de ellas en la provincia de Jaén; aunque es adecuado decir que sus efectos en la Sierra de Segura fueron limitados por la propia idiosincrasia aislacionista de su territorio.
Mapa epidemiográfico del cólera de 1885. Color negro zonas más afectadas
La última convulsión nacional de la centuria la trajo el Sexenio Democrático entre 1868 y 1874, haciéndose evidente una verdadera eclosión política en la comarca, pues numerosos miembros de la vieja oligarquía local dirigente desde mucho tiempo atrás, son sustituidos por nombres nuevos sin un significado protagonismo político anterior que ahora acceden al gobierno local. Pero estos cambios se producen en medio de la atmósfera de inestabilidad general que padecía todo el país y serán de vida tan breves como los producidos en la política nacional. Son también años en los que el progresismo aparece en la política comarcal al tiempo que las ideas anarquistas comienzan a arraigar en campesinos y jornaleros.
Alfonso XII
La restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII (1875-1902) y la Constitución de 1875 abrirán una nueva fase, caracterizada por la alternancia en el poder de los dos principales partidos: el conservador y el liberal, en un régimen político que podemos definir de constitucionalismo doctrinario, basado en el poder oligárquico y el caciquismo. A lo largo de esta etapa dos son los rasgos fundamentales que definen sobre los demás la evolución de la comarca: el lentísimo avance en su modernización, paralelo a los escasos cambios de la estructura socioeconómica, y la implantación definitiva de la política caciquil inherente al turno de partidos que caracteriza el periodo.
Podemos afirmar que a finales de S. XIX, la población de la Sierra de Segura aparece como una comunidad estancada y con fuerte matiz rural. De sus aproximadamente 4.000/5.000 hab., casi el 80% de la población activa vivía de la tierra, cuya posesión, además, ofrecía fuertes contrastes. La mayor parte de la propiedad, aproximadamente un 70%, estaba en manos de unos grandes terratenientes pertenecientes a familias, locales o foráneas, propietarios de extensas fincas o latifundios de más de 250 has. de extensión. Las pocas tierras situadas en zona de campiña se dedicaban a la producción extensiva de cereal; y las de la Sierra, que en su mayoría provenían de desamortizaciones, se dedicaban al olivar las zonas bajas y al aprovechamiento forestal y ganadero las más altas. En contraposición con lo anterior, existían también explotaciones muy pequeñas o minifundios, predominantes en las vegas de los ríos y arroyos como Guadalimar, Trújala, Hornos, Guadalquivir, etc…,  eran huertas de legumbres, hortalizas y frutales con alta productividad. Entre el latifundio y el minifundio se situaba la mediana propiedad, con extensiones inferiores 250 has., dedicadas esencialmente al cereal, aunque comenzaba ya a introducirse con mucha fuerza el olivar.
Valle del río Trújala
    El sector secundario no tenía ninguna relevancia, quedando relegado a diversos talleres artesanales dedicados en su mayoría a abastecer a las diversas familias de productos de primera necesidad. Similar peso tenía el sector terciario, aproximadamente un 10-12%, compuesto por funcionarios y demás personal que atendían los servicios derivados de la administración comarcal y del partido judicial, así como de las explotaciones forestales de la Sierra, etc… Pero el grupo de población más numeroso era el de los jornaleros. Sumaban el 90 % de la población dedicada al campo, aunque eran ajenos a la propiedad de la tierra, formando una masa de trabajadores eventuales que ejercían sus tareas en la campiña o en la Sierra a cambio de un jornal diario.
Jornaleros en la recolección de aceituna
Carentes de ocupaciones alternativas en otros sectores, padecían necesariamente un paro agrícola estacional de cinco a siete meses al año y tenían, por tanto, que procurarse mediante actividades marginales (rebusca, caza, crianza de animales, huertas…) alguna ayuda para incrementar sus paupérrimos ingresos o recurrir a la emigración que en aquella época tenía a países de latinoamérica como destino. La situación del jornalero empeoró sensiblemente conforme se acercaba el final del siglo pues la paralización de diversas tareas como labores de tala, trazado de pistas y repoblación forestal, unido a la caída de los precios del aceite y demás productos agrícolas y el aumento del precio de los jornales; condicionaron la demanda de mano de obra y, en consecuencia, el aumento de las penalidades de estos braceros.
Trabajos de recolección de aceituna
      Teniendo en cuenta el panorama anterior, con la participación política falseada y una estructura socioeconómica que estaba demasiado desequilibrada, no es de extrañar que, aunque retrasadas con respecto a otros puntos de España, se formen en la Sierra de Segura las primeras células de reivindicación sindicalista, especialmente ligadas al anarquismo, siendo este un factor que determinará importantes transformaciones sociales, económicas y políticas en toda España que afectarán decisivamente a la evolución de la comarca de la Sierra de Segura durante todo el S. XX. 

Segura Verde  ( jt ) 


domingo, 25 de noviembre de 2018

LOA A UN PUEBLO Y SUS GENTES

Todos los que tenemos nuestros orígenes en cualquier pueblo de nuestra Sierra de Segura consideramos que el nuestro es particularmente mejor a los demás, entrando en una dinámica de justificaciones que corroboren nuestra afirmación, buscando mil y un argumentos para llegar a la conclusión que como nuestro pueblo no hay ninguno. Pero rara vez nos hemos atrevido a escribir sobre esas particularidades que lo hacen especial y diferente a los demás, por lo que el escrito de nuestro paisano Antonio Soria Guillen, que se atrevió a publicar en un libro de fiestas de hace más de 15 años, adquiere singular notoriedad por saber concretar en palabras todo la carga emocional que cualquiera de nosotros llevamos dentro en referencia a eso que valoramos como único y especial, nuestro pueblo.

MI PUEBLO, PUENTE DE GÉNAVE

Por Antonio Soria Guillen

Mi pueblo se prepara, como cada día, para una nueva jornada de trabajo, es un pueblo bonito; mi pueblo se va haciendo grande desde su bautismo hace ya setenta años. Mi pueblo es joven y tiene historia porque los romanos nos dejaron un trozo de su arte arquitectónico. Yo era muy niño y por lo tanto vivía ajeno a las luchas internas de unos hombres que deseaban tener un pueblo, algo suyo y que no dependiera de sus vecinos de La Puerta. Cuando se tiene un hijo los padres quieren lo mejor, y cuando los hombres poseen tierras, construyen casas y levantan fábricas en su suelo yermo, lo quieren hacer suyo y también deseándole lo mejor. Así fue como aquella Entidad Local Menor en la que yo vivía se convirtió en dueña de su patrimonio para salir de su anonimato, y el Puente, mi pueblo, nació a la vida para convertirse en uno de los municipios más jóvenes de la provincia.
Puente de Génave. Vista general
Tiempos difíciles, sí, porque una República vacilante se enfrentaba a una nación vocinglera y hambrienta que pedía el fin de los acaudalados para que los pobres pudiesen comer. Pan, trabajo y libertad, gritaban las voces exultantes de los menos favorecidos. Mi pueblo escapaba al vendaval desenfrenado amparándose en su propia idiosincrasia que no era otra que su carácter propenso a ocuparse solamente de sus necesidades, y los pobres no envidiaban a sus amos que a la postre eran los forjadores del paulatino crecimiento del pequeño núcleo que ya iba tomando forma.
Restauración del puente romano S. I
Mi pueblo contaba desde el tiempo de los romanos, y esa fue su herencia, con un puente de piedras de un solo ojo; las aguas del Guadalimar hacían de espejo cuando el sol de mayo cambiaba su color rojo de las lluvias por el cristal inmaculado de su cauce. Había una iglesia de paredes blancas y una torre no muy alta pero altiva que se asentaba humilde en su plaza donde chirriaban los vencejos volando por encima de la torre; también recuerdo una fábrica de harina en la misma carretera, dos almazaras, un casino y el nuevo puente que semejaba un gigante frente al viejo que lloraba su abandono, pues a la granítica majestad del puente nuevo, al viejo lo calzaban con tablas y algún que otro remiendo en menoscabo a su ancestral origen.
El Puente Viejo desde el Puente Nuevo.
¿Qué dónde está mi pueblo? A no ser por la belleza y riqueza de su entorno, el pueblo no existiría. Ya desde un principio cavaron en las entrañas en busca de un filón de plata y plomo que se cruzaba en el camino de sus tierras. El yacimiento sigue ahí, dormido, ubicado en lo que se conoce por la “mina”. Las explotaciones cesaron por sus altos costes, y porque no era tierra para mineros y sí para los agricultores que hendían sus arados y sus azadas en busca de una cosecha que emergía por la abundancia de sus aguas. Mi pueblo nació a orillas del Guadalimar que riega sus huertos y da vida a los frutales que fructifica la generosidad de sus tierras húmedas. Además de nuestra riqueza olivarera que es patente, nuestro perímetro cuenta con una extensa vegetación que va desde el álamo blanco al chopo y al pinar también. Majuelos, escaramujos, el carrizo, el alcaucil, el cantueso, el labiérnago, el lentisco, etc… Y así una variada y exótica vegetación que brota por la bondad de una tierra capaz de sumergirnos en el manantial de su exuberancia. Todo esto es una realidad a la que se unen montes y sus frondas, encinas y quejigos, el nogal y la higuera, y allí donde no existe arboleda se dan cita la retama y el tomillo, el romero, el hinojo y la camomila, y de origen humano existen las plantaciones de eucaliptos, cipreses y pinos de los llamados piñoneros. Tal variedad sólo es posible en el Puente, porque mi pueblo, es una ruta que se realiza por el cuadrante noroeste de la provincia, es una zona donde confluyen los límites de territorios dispares como Sierra Morena Oriental, el Condado y la Sierra de Segura.
Paraje del Pizorro en Puente de Génave
Si damos un paseo saliendo del pueblo podremos admirar un paisaje que nubla nuestros ojos. Oteando el horizonte contemplamos un núcleo rural que aglutina en un montón de piedras; son las casas en ruina de los Avileses y Cortijos Nuevos que lloran su pasado entre dos montes que prevalecen en el tiempo. El cerro de la “Hermanilla Alta” configura ubres que amamantan la tierra preñada de su entorno. Al lado opuesto otro núcleo de viviendas resiste la embestida de los siglos y continúa vivo anclado en su alta loma sembrada de olivares; es el Tamaral que se niega a morir, como lo hizo el cercano Paules.
La Hermanilla Alta.
Siguiendo nuestro paseo alcanzamos una carretera paralela a un arroyo que nos llevará a otra pedanía. Nos dirigimos a Peñolite dando vista a unas torres que se suponen atalaya y avanzadilla de los árabes cuando éstos dominaban la península, por lo que podemos deducir que en aquellos tiempos ya había moradores a las puertas de la población.
Las Torres de Peñolite.
Peñolite viene a ser como un brazo del Puente, ha crecido y sus habitantes se esforzaron para que sobreviviera, y a fe que lo consiguieron. Electricidad, alcantarillado y pavimentación de calles hicieron de Peñolite un emplazamiento modelo y un ejemplo a seguir. Aquí premiaban a los matrimonios que tuvieran hijos, y aquí hay una almazara en la que se molturan miles de kilos de aceituna con la maquinaria más sofisticada y que reemplazó a las arcaicas piedras de antaño.
Peñolite
Este es mi pueblo, y como todos los pueblos, tiene un patrón al que le rinden culto y le recuerdan con fiestas en el mes de mayo. San Isidro Labrador es el santo que enciende pasiones cuando es primavera, la gente sencilla, hacendados y labradores no pudieron elegir mejor. En la iglesia parroquial que ya cumplió sus cien años, ocupa lugar preferente como único patrón, los puenteños lo veneran con gran amor.
Procesión en honor a San Isidro Labrador. Puente de Génave
Estamos en el Puente y en el mes de mayo, llega la feria, y siendo tan repetida año tras año, nos encontramos que asistimos a ella como si fuese la primavera. A la sencillez y necesidad de otros tiempos, ahora vivimos el esplendor de una feria que nos empuja a festejarla intensamente, yo diría desenfrenadamente. Me acuerdo las que viví antes de la guerra con caballitos, bombones y caramelos y también toros. Por diez céntimos permanecía media hora montado en los caballitos, me hartaba de golosinas y entre piernas de  los músicos que entraban tocando en la plaza, yo me colaba a los toros y disfrutaba de lo lindo en aquel ruedo improvisado junto a la iglesia. Había juego de canicas y aplaudía a los titiriteros cuando hacían sus números. En aquella época la gente se divertía con muy poco.
Viejas atracciones de feria. La Ola.
Año tras año los puenteños esperaban sus fiestas, y allá por los cuarenta, desde la capital, yo recomendé un novillero a mis amigos Santiaguete, Marcelo y Julianete para que actuara en nuestro pueblo. Al regreso le pregunté cómo le había ido, explicándome que además del triunfo valoraba como se había volcado la gente con él siendo nuestra gente acogedora en un pueblo extraordinariamente bonito. En nada me extrañó su respuesta, pues estaba convencido que la generosidad y amabilidad de las gentes de mi pueblo no me iban a defraudar.
Cartel taurino. Fiestas 1954
Y si alguien se pregunta por qué los puenteños volvemos una y otra vez a las fiestas en honor a San Isidro, le puedo asegurar que aun siendo lo mismo cada año, siempre son distintas pues la relación y comunión entre la vecindad es lo que le da ese matiz singular. Las luces, el colorido, la acogida al forastero, la música y los toros es para que disfrutemos haciendo honor a nuestro sentir de puenteños y podremos recitar sin miedo este decir:

¡Viva la feria del Puente,
Que nadie se meta en líos,
No vaya a ser que la gente,
Te eche de cabeza al río!
Desfile de la banda de música acompañada de cabezudos
Es necesario hacer hincapié y felicitar a la banda de música por una razón, mejor dos razones; por su uniformidad y buen hacer así como porque es la nuestra, la de todos los puenteños de corazón. Fue un acierto su creación y yo los envidio porque me traen recuerdos de mi niñez. Quise ser músico y lo hubiera logrado sin la trágica muerte del que fue mi maestro, el siempre recordado D. Emilio Cebrián.
Panorámica de Puente de Génave
Nuestro pueblo, mi pueblo, es una bonita realidad, realidad que alegra los corazones de los que tenemos la suerte de vivir en él y los que en la distancia lo añoran, porque es un pueblo bonito, abierto y único. Puente de Génave, has cambiado mucho. Ahora tienes bancos, almacenes, supermercados, buenos lugares para la gastronomía, nuevos pobladores, nuevas calles y nueva vida volcada al trabajo y el progreso. Fue de niño cuando te viví como Entidad Local Menor, y ahora he vuelto y me siento extraño por todo lo que has cambiado, pero no me importa, desde mi silencio te sigo adorando, sí, a ti, a Puente de Génave, mi pueblo que también lo fue de mis mayores.
D. Antonio Soria Guillen fallecíó el 19-VII-2019

lunes, 12 de noviembre de 2018

ESA ESTRUCTURA OXIDADA EN LA PARED DEL EMBALSE DEL TRANCO

La mayoría de los que, de una forma u otra, estamos vinculados con la Sierra de Segura, en alguna ocasión hemos pasado por la carretera que pasa por encima de la pared de la presa del Tranco. Justo al lado, algunos habrán observado una estructura metálica, ya muy oxidada y deteriorada, y se habrán preguntado qué función pudiera tener tal artilugio que parece emerger de las aguas del pantano. Pues bien, con este artículo de Fernando Frías se nos proporciona la debida explicación a esa misteriosa estructura, aportando unos interesantes datos sobre su funcionalidad que parece olvidada, en este momento, en el tiempo.

EL ELEVADOR DEL EMBALSE DEL TRANCO.

Por Fernando Frías.

Para todo amante de la Sierra de Segura, sea nacido en ella o no, la imagen de la silueta del Tranco (no voy a ser tan incauto como para añadirle la inexplicable coletilla de “de Beas”) serpenteando majestuosamente entre las cimas de la sierra permanece grabada en la retina de cualquiera que la haya podido contemplar. Ciertamente el Tranco cambió la fisonomía y el paisaje serrano, y aunque los beneficios y rentabilidades económicas para sus habitantes podríamos considerarlos de dudosos en un principio, en la actualidad se ha integrado plenamente en su paisaje y forma parte importante de su riqueza medio-ambiental que supone la base de la explotación turística de nuestro entorno, cuestión que está proporcionando a muchas personas, especialmente jóvenes, un medio de vida y sustento que ha paliado, notablemente, el fenómeno migratorio.
Visión desde la carretera sobre la pared del embalse del Tranco

Está claro que la planificación y ejecución de la presa supuso un duro golpe a la vida de muchas personas e incluso muchos lugares y cortijadas con sus fértiles huertas, como Bujaraiza, que desaparecieron bajo sus aguas, rompiendo estructuras y cortando caminos lo que vino a dificultar enormemente la vida de sus gentes. Una vida marcadamente dura donde los habitantes de la sierra han visto durante muchos siglos como su comarca, ejemplo de territorio dotado de abundantes recursos naturales, ha venido a satisfacer  y favorecer intereses externos, que incidieron en su empobrecimiento y desertificación.
Isla del poblado de Bujaraiza en el embalse del Tranco

Debemos considerar que el desarrollo económico y demográfico de las Sierra de Segura siempre estuvo muy condicionado por su orografía y aunque en el fondo de los valles existían algunas zonas de huerta, la mayor parte del territorio es muy montañoso y abrupto, sin una posibilidad expansiva de aprovechamiento agrícola o ganadero, pero precisamente esa orografía ha posibilitado a lo largo del tiempo unas grandes extensiones de bosques, por lo que no es de extrañar que, tradicionalmente, las principales actividades económicas de la zona fueran las relacionadas con la silvicultura, y su principal recurso la madera. Todos conocemos que su riqueza forestal fue objeto de una particular atención y control por parte del Estado, que declaró, allá por el año 1748, todo su basto territorio como “Provincia Marítima” a efectos de sus aprovechamientos madereros, por constituir una materia prima estratégica para los astilleros de la Armada, además de servir para la construcción de obras y edificios públicos, y ya, desde mediados del S. XIX hasta mediados del S. XX para las traviesas del ferrocarril, explotación que se mitigó notablemente después de la declaración por parte de la UNESCO como Reserva de la Biosfera en 1983, a lo que siguió su declaración como Parque Natural en 1986 y Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) en 1987.
Mapa de situación del embalse del Tranco

De hecho, las Sierras han contado desde muy antiguo con grandes extensiones de pinos carrascos, negrales y laricios, variedad esta última muy apreciada para la edificación y para la construcción naval. Por si eso fuera poco, al estar situada en la cabecera del Guadalquivir resultaba idónea para la obtención de grandes piezas de madera que posteriormente podían ser enviadas río abajo hasta Córdoba o Sevilla, donde servían como vigas de grandes edificios o como piezas y mástiles de embarcaciones. La importancia de la extracción de la madera llegó hasta el punto de que en 1748 fue constituida por Decreto la Provincia Marítima de Segura, figura que permitió al Estado apropiarse de prácticamente todo el aprovechamiento maderero de la zona en perjuicio de los montes comunales, y de hecho condenando a la miseria a muchas familias que hasta entonces dependían de pequeños trabajos relacionados con el aprovechamiento silvícola.
Provincia marítima y vías de salida madereras

Con el paso del tiempo la importancia de la madera para la construcción de edificios y buques fue disminuyendo, y de hecho la Provincia Marítima dejó de existir hacia 1836, pero pronto apareció una nueva industria devoradora de árboles: el ferrocarril. Los pinos laricios resultaron ser, de nuevo, idóneos para la construcción de instalaciones, material rodante y, sobre todo, traviesas, y durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX las talas de árboles fueron aún más frecuentes que antes.
Bosque de pino laricio en el paraje de río Madera

La extracción de madera solía hacerse mediante cuadrillas de trabajadores que se desplazaban por la Sierra montando aserraderos provisionales en los que cortaban y daban forma a las piezas necesarias (principalmente traviesas). Posteriormente se lanzaban a los arroyos y ríos (a menudo construyendo lanzaderos provisionales que permitieran un desplazamiento suave, impidiendo golpes que pudieran deteriorarlas), para llevarlas a las zonas llanas del curso alto del Guadalquivir, donde se iban acumulando.
Trabajos de explotación tradicional maderera

La madera, finalmente, era transportada a lo largo del río formando enormes maderadas, a veces de decenas de miles de piezas que eran hábilmente guiadas por los gancheros. El proceso de la extracción de madera (que fue magistralmente retratado por José Luis Sampedro en El río que nos lleva, novela convertida más tarde en película) dependía por lo tanto de que el curso del Guadalquivir permaneciese practicable, y más aún si tenemos en cuenta que en la época ni las carreteras ni los vehículos de transporte eran demasiado abundantes, que digamos.
Acumulación de partidas madereras para su extracción fluvial por gancheros

Pero entonces llegó la presa del Tranco. Aunque el proyecto original venía de casi dos décadas atrás, la construcción de la presa del Tranco se inició en 1929-1930, finalizando en 1944. Se trató de una obra de ingeniería muy notable: en su época era la mayor presa de España, la segunda de Europa y la tercera del mundo, y además tuvo que afrontar diversas dificultades técnicas que obligaron incluso a modificar sustancialmente el proyecto en plena construcción, impermeabilizar varias áreas rocosas y alguna que otra cueva. Pero, en fin, dejaremos esas cuestiones para otro día, por si algún experto quiere contarlas; para nuestra historia lo que cuenta es que la presa constituía una pared de noventa metros de altura justo en el camino de la madera.
Características del embalse del Tranco

Pero debemos considerar que, además, esta obra surgía en el momento más inoportuno, es decir, tras la Guerra Civil y con la consiguiente destrucción de infraestructuras, especialmente ferroviarias, por lo que se calculó era necesario sustituir al menos seis millones de traviesas deterioradas o destruidas por el conflicto, a las que había que añadir otros dos millones más cada año para reposiciones y nuevas construcciones. Y claro, si buena parte de esas traviesas tenían que salir de las cada vez más esquilmadas Sierras de Segura, habría que hacer algo para salvar la barrera de la presa.
Acumulación maderera dispuesta a ser transportada por el elevador de la presa

Posiblemente se hayan fijado en cualquiera de las visitas realizadas, y si no es así, les invito a que se fijen, que en la misma pared de la presa del Embalse del Tranco existe una extraña estructura metálica. Ni su aspecto ni su evidente abandono facilitan la identificación del artefacto, que lo mismo podría ser algún resto de la maquinaria empleada en la construcción de la presa, allá por los años 30 y primeros 40 del pasado siglo. Pero no.  Su historia y uso es bastante más curioso, y para comprenderla tenemos que remontarnos mucho más atrás.
Aspecto actual del elevador de la presa del Tranco

En otros embalses existían canales que llevaban el agua desde el curso superior del río, manteniendo una cota similar a la de la coronación de la presa. Sin embargo, en el Tranco no era posible adoptar una solución así, entre otras cosas porque la madera podía provenir de cualquier parte de la cuenca del embalse.
Y aquí es donde entra en juego el famoso artilugio, que no es ni más ni menos que un elevador de madera. El elevador permitía que las piezas llegasen flotando hasta la presa y desde allí fueran subidas hasta la coronación de la misma. Una vez elevadas, volvían a bajar hasta el cauce del Guadalquivir por un lanzadero. Una idea muy simple, ¿verdad? O no.
Gráfico del proceso de elevación de la madera para salvar la pared del embalse

Para empezar, el elevador no existía; fue creado expresamente por la empresa Boetticher y Navarro. Consiste básicamente en una doble cadena dotada de una especie de garras a las que se enganchaban las piezas. La cadena se deslizaba mediante unos rodillos colocados en los engarces de los eslabones, y era movida por dos ruedas tractoras situadas en la parte superior del ingenio; en la parte inferior (y casi siempre cubierto por las aguas del embalse) hay un par de ruedas que sirven como tensoras. La cadena está recubierta por una malla metálica que impedía que las piezas que pudieran desprenderse cayeran al interior del mecanismo, atascándolo o averiándolo.
Detalle del mecanismo del elevador

La longitud del montaje permite su uso incluso con muy poca agua embalsada; de hecho, las fotografías más recientes de esta entrada fueron tomadas con el embalse lleno hasta tan solo un 40% de su capacidad, pero como puede apreciarse el extremo inferior sigue sumergido, así que aún podría utilizarse. Otro dato interesante es que la anchura del elevador y la disposición de las garras muestran que fue diseñado especialmente para elevar traviesas, aunque la documentación de la época indica que admitía también piezas de otros tipos y tamaños.
Extracción tradicional de la madera en la Sierra de Segura

No he encontrado información acerca del motor que movía el ingenio. Dado que se puso en marcha antes de la finalización de la construcción de la presa, es probable que al principio funcionase con un motor de gasolina o incluso fuera accionado por un camión o algún otro vehículo, pero posteriormente, cuando ya se pudo contar con la electricidad procedente de la central del Tranco, debió contar con uno o dos motores eléctricos. En cualquier caso su rendimiento era notable: estaba diseñado para elevar quinientas piezas por hora (lo cual suponía la friolera de 8.000 piezas en una jornada de dieciséis horas), si bien admitía incrementar el ritmo hasta en un 50% adicional. Se calcula que en 1944 elevó nada menos que 300.000 traviesas.
Acumulación de traviesas

Traviesas que necesitaban bajar de nuevo hasta el río, y ese era otro problema. Las piezas se deslizaban por un canal que discurría en parte atravesando un túnel, y que se supone que debía ir lleno de agua para suavizar en lo posible la bajada; sin embargo no siempre debió ser así, ya que se comenta que en más de una ocasión las maderas acababan incendiándose por el calor generado por la fricción con las paredes del túnel. En cualquier caso, donde no podía faltar el agua era en la balsa de recepción de las piezas, para amortiguar su caída y evitar que acabasen hechas pedazos.
Detalle de la construcción de la pared del embalse y del canal de deslizamiento

Es difícil calcular cuántas traviesas llegó a elevar el ascensor a lo largo de sus alrededor de dos décadas de funcionamiento, aunque quizá no tantas como se esperaba en un principio, ya que las cifras muestran que las apropiaciones de madera para traviesas fueron siendo de menor volumen año tras año. Un hecho que se refleja también en el estado de los montes: comparando las fotografías de la época con las actuales puede apreciarse que la masa forestal ha crecido muy notablemente, a pesar de que las sacas de madera siguen produciéndose, para gran pesar de los serranos. Pero ahora la madera es transportada por camiones, y el viejo elevador se ha quedado como una reliquia tecnológica que, a pesar de encontrarse en un estado sorprendentemente bueno, quizá merecería algo más de atención por parte de los gestores del Parque Natural, ¿no les parece?
Posterior extracción de la madera en vehículos de motor

Otra de las curiosidades que nos depara la presa es su nombre: al igual que el embalse, su denominación oficial es el Tranco de Beas, en alusión a la localidad de Beas de Segura… a la que no pertenece. De hecho la presa pertenece a partes prácticamente iguales a los términos municipales de Santiago-Pontones y Hornos de Segura, y la totalidad del vaso del embalse se reparte también entre ambas poblaciones. El término municipal de Beas se queda a bastante distancia del embalse, y de hecho ni siquiera llega hasta el cauce del Guadalquivir.
Aspecto actual de la presa del Tranco

¿Cuál es el motivo de esta denominación? La única explicación que he encontrado es que durante la construcción de la presa los ingenieros vivían en Beas, aunque no suena muy convincente, siendo la más probable que era el paso natural para salir de la zona alta de la sierra y poder acceder a la villa de Beas de Segura, ya que la palabra tranco viene a significar paso angosto y dificultoso. Pero, en cualquier caso, y dado que más de setenta años después de la inauguración del embalse aún hay gente muy dolida con el hecho de que haya sido “hurtado”, aunque sea solo de nombre, a sus legítimos propietarios, yo les recomiendo que si van por allí se limiten a hablar del Tranco, a secas. Que así lo conocemos todos.