viernes, 10 de febrero de 2017

LA ORDEN DE SANTIAGO Y LA SIERRA DE SEGURA

A nadie de los que estamos vinculados con la Sierra de Segura se nos escapa su rico pasado histórico y su estrecha relación con la Orden Militar de Santiago. Ya desde la Reconquista y ser zona de frontera con el Reino de Granada favoreció la presencia de estos caballeros santiaguistas que al mismo tiempo defendían sus intereses económicos y la fe cristiana frente al infiel musulmán. Sirva este breve estudio redactado por Genaro Navarro sobre la tesis presentada en la Universidad de Oxford por Dereck W. Lomax para aportarnos más conocimientos sobre las formas y motivaciones que posibilitaron el establecimiento de esta orden militar en la Sierra de Segura. 

LA ORDEN DE SANTIAGO Y LA SIERRA DE SEGURA

No es insólito encontrar entre los viejos escritos y legajos de los archivos, citas y menciones de nuestra comarca; y es que el territorio de Segura, que por sí solo fue reino como rezan las crónicas, era ya tan importante antes de 1243 que tenía Concejo propio y fuero liberal al margen del señorial dictado en Uclés, pues en 1246 el comendador de Segura había sustituido al de Uclés como comendador mayor de Castilla atendiendo al fuero de Cuenca.
Pendón primitivo de la Orden de Santiago
En este tiempo la Sierra de Segura era lugar defensivo y ofensivo, y según convenía a la vida medieval, vino muy a menos por la evolución de los tiempos, al hacerse llana la civilización por las devastaciones de la guerra e incluso por el desamor de algunos de sus hijos. Ahora bien, si estas tierras fueron en el pasado centro castrense, una nueva y apacible estrategia puede reanimarla y hacerla revivir en consonancia con el rumbo contemporáneo. En el trimestre estival no tiene par. El aire fino, las aguas sanas, el sedativo silencio, las horas suevas y la limpia luz constituyen un tesoro inestimable. Y además, hoy, las viejas villas ofrecen un triple atractivo: el efluvio histórico, castillos que se pueden codear con los más afamados en suelo ibérico y un panorama señorial sobre paisajes y lugares incomparables.
Manual de Dereck W. Lomax

Más apartándonos de disgresiones para ceñirnos al concreto tema de estas cuadrillas, es el caso, que no ha mucho cayó en nuestras manos un interesante estudio del hispanista inglés Dereck W. Lomax, profesor de la Universidad de Liverpool, sobre la Orden de Santiago, tesis doctoral para la Universidad de Oxford. Se trata de una obra concienzuda, profunda y documentada de la principal de las Órdenes Militares del medievo español, de tanta influencia en los aspectos religioso, económico, social, político y militar de nuestra historia. No es, y así lo advierte el autor, una historia general de la Orden, sino de su primer siglo, cuando ésta se encontraba en vías de formación y en la más interesante etapa de su intervención en la vida militar y política de la época. Empero, limitada la investigación a ese periodo de tiempo, constituye un muy interesante trabajo publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el que abundan las referencias a Segura y toda la sierra, pues no en balde fue la mejor Encomienda del Priorato de la Orden de Santiago con sede en Uclés, y de cuyas menciones vamos a ocuparnos.
Alfonso VIII y  la reina Leonor entregan el castillo de Uclés
          al maestre de la Orden de Santiago  Pedro Fernández  de Fuentecalada

La participación de la Orden de Santiago, fundada, como las demás órdenes militares, para articular la Reconquista, fue tan destacada desde sus orígenes, que, como escribe W. Lomax, “su historia externa es casi enteramente una cuestión de guerras contra africanos…..”, pero, como se sabe, las tierras de Segura no fueron tomadas hasta después de la gran victoria de Las Navas en 1212, que despejó  el camino hacia Andalucía, permitiendo a Alfonso VIII tomar en ese mismo año las plazas de Úbeda y Baeza ye en el año siguiente las de Alcaraz y Ríopar. Segura fue ganada por los cristianos el día de San Vicente Mártir de 1214, y para recompensar a la Orden cuyos fines habían llevado la gradual reconquista del Campo de Montiel y de la Sierra de Segura, por donación del rey Fernando III el Santo le fueron concedidos, entre otras tierras y castillos, Torres de Albanchez en 1235, Hornos, Beas de Segura y Chiclana de Segura en 1239 y Segura de la Sierra en 1242, el mismo año que fue elegido maestre de la Orden el famoso Don Pelayo Pérez Correa, quien concedió a la villa de Segura y su sierra el fuero de Cuenca.
Maestre de la Orden de Santiago D. Pelayo Pérez Correa

Los reyes, a su vez, agradecieron siempre a la Orden sus insignes servicios militares y civiles en la gobernación de sus tierras y lugares, así como por la administración de justicia o la recaudación de impuestos, “…sobre todo por la conquista de Murcia, tras la que la Cancillería de Alfonso X siguió muchos años dando cartas a la Orden…”, entre ellas, a Don Pedro González, comendador de Segura, perteneciente probablemente, según Lomax, a la familia real pues así se apunta en la crónica real “…señaladamente por el servicio que me fizo sobre Orihuela cuando gané..”.

Pero el momento culminante en el desarrollo de la Orden en Segura de la Sierra, lo marca aquel en el que el comendador mayor de Castilla trasladó su sede del convento y priorato de Uclés y la adscribió a la encomienda de Segura, o lo que es lo mismo, Segura de la Sierra se convirtió en la capital de los dominios santiaguistas. En ese entonces la península ibérica se hallaba dividida en cuatro encomiendas mayores correspondientes a los reinos de Portugal, León, Castilla y Aragón, a la que se unía otra en zona franca en la llamada Gascuña. De ellas, las más importantes fueron las de León y Castilla, establecida esta última en el convento de Santiago en la localidad de Uclés, hasta que en 1245, sea por haberse adelantado las fronteras, por intereses de índole política o por otras causas desconocidas, se trasladó a la villa de Segura. Sabemos por la obra de Lomax que “…para apoyar la nueva dignidad se estableció allí un convento que recibió de Fernando III una pensión de 2000 maravedís anuales en 1246 y el arzobispo don Rodrigo concedió permiso para la iglesia conventual…”. Aunque es cierto que Segura no parece haber tenido archivo particular y es poco lo que se sabe de sus poderes y organización en esta época.
Castillo de Uclés

La Orden disfrutó de cuantiosas rentas obtenidas de las grandes propiedades que, por liberalidades de los monarcas, donaciones y legados particulares por motivos caritativos y religiosos, compras y permutas, derechos señoriales, etc…, había ido acumulando en el devenir del tiempo y merced a cuyos recursos pudo subvenir a sus empresas militares y pacíficas, como el sostenimiento de hospitales, atenciones caritativas, mantenimiento de sus frailes y otros grandes gastos igualmente inexcusables.

La distribución geográfica de las heredades jacobeas estuvo influida por diversos factores, por un lado, desde la base de Uclés, se produjo naturalmente la expansión al Campo de Montiel y a la Sierra de segura, y de otro lado, las gentes norteñas emigraban hacia el sur y el sudeste, donde las tierras eran más baratas y fértiles. Los rebaños conquenses buscaban también los pastos de Montiel y Segura, hasta el punto de que el actual pueblo de Santiago de la Espada, antiguo Hornillo, fue fundado por pastores procedentes de la Serranía de Cuenca. Todo ello llevó a la Orden a consolidar sus dominios en la sierra de Segura, donde estableció “….su señorío y una vez establecida allí pudo separar a los moros de Andalucía y de Murcia, atacándolos separadamente y con más posibilidades de éxito…”.
Dominios de las órdenes militares en Castilla

Entre los importantes ingresos que nutrían el erario santiaguista, han de mencionarse también las contribuciones, pechos, montazgos y portazgos que habían de pagar las distintas encomiendas y “….las rentas principales con los pechos de distintos lugares como Segura de la Sierra,  que don Pelayo Pérez Correa, por la gracia de Dios, Maestre de la Orden de la Caballería de Santiago, arrendó a don Bono, don Jacob y don Samuel, almojarifes judíos y en cuyo arrendamiento, entre otros lugares, figuraba Segura con todos sus territorios y con todos los portazgos, montazgos y pechos, y con todos los diezmos de pan, de vino, de corderos, de becerros y con todos los derechos, en suma, que correspondían al Maestrazgo…”
Pila bautismal en Hornos de Segura con la insignia de la Orden de Santiago

Mediado ya el S. XIII, la Orden acometió la repoblación y explotación de las posibilidades económicas de algunos de sus territorios del sur, a los que afluían gentes que habían seguido a las tropas tras la gloriosa batalla de Las Navas. Entre estos territorios estaba la Sierra de Segura y, nos dice Lomax, “…aunque Montiel era el pueblo más importante de los nuevos territorios conquistados y asignados, la Orden decidió establecer su centro administrativo con un nuevo convento en el castillo inexpugnable de Segura. En 1246 ya existía el convento y el comendador de Segura había sustituido al de Uclés como comendador mayor santiaguista de Castilla…”.

Para fomentar la repoblación se confirmó el fuero y aunque la Orden se reservó algunos derechos señoriales, como el portazgo, las tiendas, hornos, baños, carnicerías y mercado, dice Lomax, “…está claro que el Maestre quiso hacer gala de su liberalidad hacia segura y sus posibles pobladores, para que siempre fueran buenos vasallos y amigos de la orden y sobre todo para atraer pobladores que podrían después seguir camino hacia el resto de Andalucía…”

Como noticia particularmente interesante para el autor de estas líneas, señalaremos que entre las iglesias incluidas en el acuerdo concertado en 1243 entre la orden y el obispo don Rodrigo de Toledo, sobre diezmos y derechos episcopales, se cita la que estuvo en Catena, próxima a Segura, de la que no tenemos la menor huella de su existencia que el documento aquí analizado.
Fuero de Cuenca

Entre las rentas santiaguistas derivadas del campo, tuvo importancia la ganadería y no sólo los derechos de pastos constituyeron fuentes de pingües ganancias, sino que la propia Orden fue dueña de numerosos rebaños y sobre todo de ovejas trashumantes, que por las cañadas y caminos de Uclés y Cuenca acudían a los finos y abundantes pastizales de Segura. Simultáneamente, la orden fomentó el comercio, no ya facilitando el tránsito con puentes y barcas que cruzaban ríos, sino también estableciendo mercados con sus señoríos, y así, en el fuero de Segura, la Orden se reservó el derecho de hacer mercado.

En el aspecto tributario ya es sabido que la Orden solía reservarse los monopolios señoriales característicos de la época y en algunos pueblos se reservó igualmente el derecho de yantar para el maestre, el rey y el comendador mayor, pero en la villa de Segura de la Sierra, según documentos del archivo de Uclés, quedó reflejado en su fuero que el derecho a yantar se reservara únicamente para la visita del rey.

En cuanto a la justicia, entre otras facultades y privilegios, ejercieron los comendadores mayores jurisdicción sobre los frailes de su territorio y oyeron alzadas de sus tribunales inferiores, y parece ser que el fuero de Segura prohibía al comendador, como garantía judicial de los vecinos, no sólo que juzgase sino que se sentase en el tribunal con los alcaldes, que junto a los jueces de las villa eran los únicos componentes para juzgar los pleitos entre vecinos.
Planta interna del castillo de Segura de la Sierra con la capilla santiaguista

El meritísimo estudio histórico de la orden de Santiago, llevado a cabo por Dereck W. Lomax, sólo abarca el primer siglo de la orden, el comprendido entre 1170 y 1275, en cuyo año acaeció la invasión de los benimerines y acabada de ultimarse una profunda reforma para salvar la grave crisis que comprometía su futuro. Aquí debemos nosotros poner punto final, cumplido nuestro objetivo de entresacar y glosar brevísimamente las citas y menciones que de Segura y sus tierras se contienen en el estudio de Lomax. Dejamos para otra ocasión el desarrollo ulterior de la orden y su relación con la Sierra de Segura, escenario de sucesos tan relevantes como la proclamación del Maestre Don Rodrigo Manrique, tan nombrado y famoso tras las composiciones poéticas de su hijo Jorge Manrique.

Génaro Navarro

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