martes, 26 de diciembre de 2017

UNA NAVIDAD EN AQUELLOS TIEMPOS


LA TRADICIONAL NAVIDAD EN PUENTE DE GÉNAVE.

Por José Ant. Molina Real.

No pretendo sacralizar ni ensalzar la celebración de la Navidad que realizaban nuestros antepasados en otros tiempos, ni tampoco mostrar que con su autenticidad, aquellas navidades, eran mejores que las actuales; soy consciente que la vida evoluciona y que nuevas formas y costumbres se imponen, pero eso no quita a que quiera mostrar las particularidades que ofrecía la Navidad que vivieron nuestros abuelos, allá a mediados del siglo XX y en nuestro pueblo, Puente de Génave. Se dirá que eran otros tiempos, evidentemente así es, se podrá decir que había otra mentalidad y se contaba con otros medios, pero esas circunstancias no le quitan aspectos que acercan aquellas simples celebraciones a lo entrañable y a la esencia de lo puro y tradicional.

Además, me voy a referir a las navidades vividas en nuestro pueblo y en una época donde la religiosidad impregnaba con mayor contundencia esta celebración. Ahora la diferenciación no resulta tan clara entre lo rural y lo urbano pues los medios de comunicación acercan, de manera imparable, formas y conceptos que son de fácil imitación, aunque en ocasiones eso vaya en detrimento de las prácticas más arraigadas y tradicionales. En todos los pueblos de nuestra Sierra de Segura los ayuntamientos tratan de llenar, con mayor o menor dispendio económico, de luz y color las calles al tiempo que programan actos y actividades con claro matiz navideño. Esa razón también ha provocado que en este entorno serrano se vayan, poco a poco, diluyendo las celebraciones tradicionales, mayoritariamente religiosas, que presidían aquellas celebraciones de antaño de la Navidad.
Efectivamente, podemos asegurar que aquellas navidades no tenían tanta presencia social, no eran tan públicas, no se identificaban con fiesta y diversión desmedida. En ellas nadie iba disfrazado de Papa Noel por la calle, no veíamos iluminados en zonas públicas árboles ni calles con multitud de bombillas de colores; eran celebraciones más íntimas, más familiares y sin apenas manifestación social de fiesta o celebración que no fuera la estrictamente religiosa. Porque en realidad, la modernidad está desvirtuando la celebración de la Navidad, una celebración que día a día se aparta de su raíz religiosa para entrar en otra dimensión más social y abierta a otras particularidades como pudiera ser la festiva o comercial.
Nacimiento tradicional
En los hogares, a nadie, en aquel tiempo, se le ocurría vestir un árbol y tan sólo en aquellos más pudientes se podían permitir, no exento de muestra de distinción, la colocación de la representación de un nacimiento con apenas unas cuantas figuras, entre las que nunca faltaban la mula y el buey, con musgo recogido por las zonas próximas al río y con unas pocos troncos a modo de establo. Hoy, no sólo vemos a muñecos de Papa Noel colgados por los balcones, sino que llenar el salón con un árbol repleto de bolas y luces de colores entra dentro de lo más habitual, dejando la instalación de un belén o nacimiento, a una tradición residual y que, lamentablemente tiene tendencia a desaparecer. Hemos realizado esta permuta de tradiciones sin pensar que, esa costumbre de iluminar y decorar una árbol, ni es nuestra ni siquiera tiene su origen en la tradición cristiana.
Francisco Javier Rodríguez Garcia junto al árbol navideño de la Fonda La Manuela
Hay que recordar que cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa, descubrieron que sus habitantes celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un árbol perenne, en la fecha próxima a la Navidad cristiana. Este árbol simbolizaba al árbol del Universo, llamado Yggdrasil, en cuya copa se hallaba Asgard o morada de los dioses; y en las raíces más profundas estaba Helheim que simbolizaba al reino de los muertos. Posteriormente con la evangelización de esos pueblos, se adaptó la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, pero cambiándole totalmente el significado. Se dice que San Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó un árbol que representaba al Yggdrasil, y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne, simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas. Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo como luz del mundo. Conforme pasó el tiempo, las manzanas y las velas, se transformaron en esferas, luces y otros adornos.
San Bonifacio talando el árbol de Yggdrasil
La costumbre de adornar un árbol se fue trasladando a los diversos lugares del norte de Europa, llegando durante el S. XVIII, a ser asumida, esta tradición germánica, por las otras potencias que dominaban nuestro continente en esos momentos como eran Gran Bretaña y Francia, siendo esto decisivo para su arraigamientos y difusión por el resto de Europa. A los hogares españoles llegó, aproximadamente sobre el año 1870, gracias a una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, que después de enviudar del duque de Morny, hermano por parte de madre de Napoleón III, contrajo segundas nupcias con el aristócrata español José Osorio y Silva, marqués de Alcañices, uno de los mayores promotores de la Restauración borbónica que permitió a Alfonso XII reinar. Por ello, parece ser que la primera vez que se colocó un árbol navideño en España fue en Madrid, durante las navidades del año 1870, en el desaparecido palacio de dichos nobles, el palacio de Alcañices, ubicado en el paseo del Prado, esquina con la calle de Alcalá, donde hoy se ubica el Banco de España; cuestión que impactó en la nobleza española y que favoreció su aceptación y difusión posterior.
Antigua fotografía del Palacio de Alcañices
La celebración de la Nochebuena era evidentemente diferente, aunque su acontecimiento principal, la cena familiar, se haya mantenido a pesar de haber cambiado considerablemente sus formas. Ahora las cenas son más ostentosas y opulentas, abarcando a mayor número de familiares. En los platos abunda el marisco y otras delicatesen que la publicidad y el mercado hacen que se conviertan en imprescindibles, dejando muy en evidencia la humildad de una comida, extraordinaria pero sencilla, de los hogares de antaño. Cerca de la mesa la familia más próxima, incluso en aquellos hogares más humildes, solamente los padres e hijos, con unos platos donde abundaban viandas provenientes de la, cercana en el tiempo, matanza y que salían de esas brasas que nos daba el fuego encendido en la chimenea y que impregnaba de olor a carne asada todo el hogar, o con piezas de alguna caza realizada con algo más de fortuna y bien cocinadas al calor de la lumbre, a lo que seguía la presentación de unos dulces caseros formados básicamente por roscos fritos, de anís, de vino, o también alguna torta de higos o algún mantecado; todo ello regado con abundante mistela de café o algún aguardiente proveniente de algún alambique amigo.
Roscos de vino
Los adornos hogareños escaseaban, y tan solo alguna familia relativamente adinerada, podía confeccionar un rudimentario belén, al cual, año a año, iban incorporando elementos y personajes. Incluso podemos decir que causó sensación, y realmente era foco de atención, cuando a Pedrín, el hijo de Isidro y María, haciendo alarde de sus conocimientos en electricidad, se atrevió a iluminar con algunas luces el árbol que se encontraba frente a la tienda y vivienda familiar. Todos en el pueblo se pasaban por la calle San Isidro para poder contemplar algo que, incluso, no dejaba de ser raro y, ciertamente, novedoso.
Pedro Garcia González "Pedrín" (izda) junto a Paco García Novoa
Tras un día que no se escapaba a la rutina y dinámica respecto a las obligaciones personales, llegaba la intimidad familiar de la celebración de la Nochebuena, y tras esa cena que presentaba matices de excepcionalidad, llegaba el aspecto más público de la celebración que consistía en acudir de forma respetuosa a escuchar y también participar en la Misa del Gallo. Efectivamente, a medianoche, y siguiendo la tradición se programaba por el párroco la celebración de esta misa que tiene una estructura tan peculiar que es conocida con su nombre propio. Ese nombre es debido, según la mayoría de los historiadores y voces más autorizadas en el tema litúrgico, a la conmemoración religiosa del nacimiento de Jesús que tradicionalmente se realizaba por las autoridades católicas, siendo el Papa Sixto III quien, en el siglo V, instauró la costumbre de celebrar una misa de vigilia nocturna en la medianoche del día de celebración del nacimiento del Mesías, tras la entrada al nuevo día, es decir, la Navidad, justo en el “ad galli cantus”, o lo que es lo mismo, al cantar el gallo, pues según la tradición de la Roma Clásica era el canto del gallo el límite establecido para dar inicio a un nuevo día, lo que después nosotros, ya con el uso del reloj, convertimos en la medianoche.
La Misa del Gallo no dejaba de ser un acto religioso con cierta dimensión social en el pueblo. En ella los primeros lugares de la iglesia se reservaban a las familias más distinguidas, acudiendo todos con espíritu participativo, pues era normal acompañar la celebración con cánticos y villancicos tradicionales. No dejaba de ser pieza básica de la celebración, la formación musical que en aquel entonces destacaba en el pueblo, siendo la zona del coro la que ocupaban los componentes del grupo musical local “Los Mariachis”; con sus componentes, Antonio “el Mono”, Paco “Moquilla”, José Rodríguez “Joselón”, Nicasio y Julián “Botanas”, que a base de acordeón, guitarra y bandurria daban el complemento musical a la celebración. Los villancicos eran canturreados por la mayoría de los asistentes haciendo sonar zambombas y panderos que algunos portaban y que se habían confeccionado con la, tan demandada, vejiga o pellejas a las que están adheridas las mantecas del cerdo sacrificado en la matanza de las semanas anteriores.
El grupo Los Mariachis en plena actuación.

   Las zambombas se confeccionaban siguiendo el procedimiento tradicional de atar la vejiga, ya limpia, justamente por el centro a una especie de cañita delgada, que se denominaba "el carrizo", y dejando el carrizo hacia afuera, se colocaba la pelleja bien estirada sobre la boca de un recipiente, atándola por los bordes con una hebra de bramante, haciéndose sonar accionando el carrizo con la mano de arriba hacia abajo; mientras que los panderos, sin instalarles “el carrizo”, seguían un procedimiento similar.
Elaboración de la tradicional zambomba
El sonido tan peculiar de estos instrumentos, ya se habían hecho sonar en horas previas, justo a la caída del sol, por la ruidosa chiquillería que iba por todo el barrio pidiendo el aguilando, como decimos nosotros, o aguinaldo, tocando a cada puerta para decir a un solo grito eso de “se reza o se canta”, pues había que ofrecer esa opción por si durante el año que estaba a punto de finalizar en esa familia se había producido algún fallecimiento; y cuando se acababa de cantar esa cancioncilla o villancico que se repetía una y mil veces, recoger esos dulces, tortas de manteca, higos secos o los ricos mantecados caseros que después se repartían en perfecta armonía. Además de los alegres villancicos se cantaban coplillas graciosas que algunos, aunque fueran analfabetos, componían con admirable ingenio y buen sentido del humor. Sirvan de ejemplo las que vienen a continuación:
Aguilando en aquel tiempo
"El aguilando pedimos,
no lo pedimos por falta,
lo pedimos de alegría
porque estamos en la Pascua."

"Los higos y nueces,
todos los tomamos
pero las bellotas
son pa los marranos."

"Si piensan de darnos higos
no les quiten los pezones
que tenemos a Juanico
que se los come a serones."

"La zambomba pide pan,
el carrizo pide vino
y la mano que la toca
pide tajás de tocino."

"Que vayan y vengan
los vasitos llenos
hasta que digamos
bueno está lo bueno."

"Dame el aguilando
si me lo has de dar,
porque es Nochebuena
y hay mucho que andar.

"Entra mochilero, entra
con la mochila en la mano,
hinca la rodilla en tierra,
que te den el aguilando."

Esta última estrofa era la que se repetía siempre, fuera cual fuera el cántico realizado, pues en cada grupo de cantores o aguilanderos iba una persona con una cesta grande para llevar los aguilandos que les daban en las diferentes casas, al que llamaban "el mochilero”. Cuando habían recorrido todas las casas de la aldea o pueblo, entraban en la casa que mejor les parecía, perteneciente a cualquiera de ellos, a terminar de celebrar el nacimiento de Dios, cantando con desbordante regocijo, y consumían lo que habían recogido en la cesta del mochilero.
Aguilando en la actualidad
Pero volviendo a la celebración de la Misa del Gallo, y aunque se repetían pautas, formas y rituales, debemos decir que estaba llena de armonía, y también de un control estricto por parte de D. Pedro quien, con sólo la mirada o con un imperceptible gesto, hacía que todos los presentes representaran fielmente su función y papel para que todo encajara en los límites de la perfección. Finalmente se producía en gesto, muy esperado por la chiquillería que corría a ocupar los primeros puestos en la fila, de redención hacia el Niño Jesús cuando el párroco ofrecía la posibilidad de besar el pequeño pie de su imagen, al que cuidadosamente le pasaba un blanco paño después de que cada feligrés lo besara, todo ello entre cánticos de júbilo y alegría entonados por todos los presentes como el siguiente:
Don Pedro en el centro junto a Cándido, Isidro el electricista y Raimundo
La zambomba pide pan
y el carrizo pide vino,    
y el que la va tocando, 
buenos cachos de tocino.

A las 12 de la noche
llama María a José,
levántate esposo mío
que el niño quiere nacer.

El 8 la Concepción,
el 13 Santa Lucía,
y el 25 se ve Cristo
en los brazos de María.

El aguinaldo yo te pido,
no te lo pido por faltas,
te lo pido con alegría,
porque ya estamos en la Pascua

En el portal de Belén,
hay un viejo haciendo botas,
se le escapó la cuchilla
y se pinchó las pelotas.

Al día siguiente, día de Navidad, las rutinas eran las propias de un día festivo, aunque las tareas pendientes y las responsabilidades laborales de aquellos que tenían en el campo su medio de vida, no perdonaban. Si es cierto, que como la mayoría de días festivos se organizaba un baile en la Sociedad de Caza y Pesca primero y después en la planta superior del Bar Iberia, más conocido por el del Pintor. Allí, los ya nombrados Mariachis, con sus guitarras, bandurrias y acordeón amenizaban con canciones de la época una tarde festiva y de cierta diversión, siempre dentro del decoro y respeto que la situación y época requería.
Fachada del Bar Iberia, actualmente Bar El Pintor
   Puede decirse que la Navidad de aquellos momentos se celebraba con la alegría que surge del alma, y para manifestar esa alegría interior, en la Nochebuena y en la Navidad las gentes compensaban el frío invernal con el calor que aporta la cercanía, las calles se llenaban de mayor ajetreo y la fraternidad presidía estos momentos que eran vividos con más intensidad, rigor religioso y con el carisma propio de la convivencia del pueblo, donde todos, dentro de la diversidad de sus gentes, sabían dar un sabor distinto y peculiar, que nos identificaba como comunidad, en definitiva, como pueblo.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

PAISAJE Y BIODIVERSIDAD EN LA SIERRA DE SEGURA

LA SIERRA DE SEGURA. RASGOS GEOFÍSICOS.

José Antonio Molina Real (jt)

El territorio en el que se encuentra nuestra comarca, alberga paisajes naturales y culturales de gran variedad, interés y calidad medioambiental, estando configurada por un conjunto de montañas calcáreas pertenecientes al dominio Prebético de las Cordilleras Béticas que le confieren una acusada personalidad geográfica. Estas sierras se hallan repartidas, de forma total o parcial, por diferentes municipios de las provincias de Jaén (Arroyo del Ojanco, Beas de Segura, Benatae, Génave, Hornos de Segura, Orcera, Puente de Génave, La Puerta de Segura, Santiago de la Espada-Pontones, Segura de la Sierra, Siles, Torres de Albanchez y Villarrodrigo), Albacete (Ayna, Bogarra, Cotillas, Elche de la Sierra, Ferez, Letur, Lietor, Molinicos, Nerpio, Paterna de Madera, Riopar, Socovos, Villaverde de Guadalimar y Yeste), Granada (Huescar y Puebla de Don Fabrique) y Murcia (Moratalla y Caravaca de la Cruz).
Área de influencia del Parque Natural de las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas
La Sierra de Segura presenta una geología, geomorfología, clima, hidrología, biodiversidad y ecología, que vienen a determinar una gran riqueza paisajística natural que los habitantes de este territorio, tras un uso y gestión de sus recursos, han ido añadiendo un paisaje y una fisonomía que le aporta las particularidades que la sitúan dentro de los singular en los diferentes estudios geográficos. Es particular, además de la enorme biodiversidad que alberga, el ser inicio y cabecera de las cuencas del Segura y la del Guadalquivir, aportando aguas a dos vertientes, la mediterránea y la atlántica; así como significar casi el 70% del Parque Natural de las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas, o lo que es lo mismo, unas 143.346 has. de un total de 214.300 has. que lo componen, lo cual le convierte en el espacio protegido más extenso de España, siendo también Reserva de la Biosfera declarada por la Unesco y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
            
         La Cordillera Bética es una alineación de montañas que se extienden a lo largo de 600 km. desde la provincia de Cádiz hasta los promontorios de La Nao al norte de la de Alicante, prolongándose por el este hasta las Islas Baleares. Su formación es consecuencia de la acción continuada desde el Cenozoico (hace 65 mill. años), de los plegamientos alpinos, que por convergencia o compresión, en las placas africana y euroasiática. Será esta convergencia de las placas la responsable de ser la zona de mayor actividad sísmica de la Península Ibérica.
Dominios de las formaciones Béticas
Basado en criterios tectónicos, litológicos y paleogeográficos, las Béticas son divididas en dos grandes zonas o dominios que podemos clasificar en zonas internas y externas, con historia de deformaciones diferentes. Las primeras comprenden un conjunto de sierras compuestas por materiales mesozoicos y cenozoicos plegados, fallados y cabalgados pertenecientes a sedimentos marinos reelevados por los plegamientos mencionados; mientras que las zonas internas están compuestas por un apilamiento de mantos de corrimiento con predominio de materiales metamórficos. En la zona externa y según la naturaleza de los materiales y el grado de deformación, podemos diferenciar dos dominios, el Prebético y el Subbético, teniendo ambos una composición de sedimentos acumulados desde el Triásico al Mioceno.

El Prebético ocupará el sector más septentrional y será relevaciones de sedimentos depositados en ambientes marinos someros, que durante la Era Secundaria constituían la zona más cercana al Macizo Ibérico o Meseta. En la actualidad lo identificamos con los territorios entre Jaén y el Sur-Suroeste de la provincia de Albacete con las sierras de Cazorla, Las Villas, Segura, Alcaraz y Hellín al margen de otras formaciones menores, constituidas todas ellas por materiales carbonatados, sobre todo calizas y dolomías del Jurásico y Cretácico.
Zona principal de domino de la Subbética
El Subbético, se corresponde a relevación de depósitos marinos más alejados del Macizo Ibérico representados, en su mayoría, por calizas, dolomías, margocalizas y margas, con intercalaciones de esporádica de rocas volcánicas efusivas del Mesozoico. Relieves notables y que dan muestra de lo expuesto son en nuestro entorno la Sierra del Pozo, El Almorchón, el Calar de las Pilillas, la Sierra de Gontar, la Sierra de Lagos, la Sierra de los Molares, la Cuerda de la Lastra, la Sierra del Cuquillo, la Sierra de Calderón, La Sagra, Revolcadores, Mojantes y otras formaciones similares de menor entidad.

Pero si nos centramos en las particularidades de la Sierra de Segura debemos decir que está constituida por un conjunto de sierras en dirección NE-SO del dominio Prebético, del que forman también parte la Sierra de las Villas, la de Cazorla y de otros dominios menores como la Sierra del Pozo y Sierra del Calderón en Jaén; la sierra de Castril y la Sierra de la Sagra en Granada y por último la Sierra de Alcaraz, el Calar del Mundo, la Sierra de Gontar y la de Taibilla en la provincia de Albacete; con algunas cumbres que rebasan los 2000 mts., como Empanadas (2016 mts.) y La Cabrilla (2048 mts.) pertenecientes a la Sierra Castril y otras que los rozan, como es el caso de Las Banderillas (1993 mts.), El Banderín (1966 mts.), El Almorchón (1915 mts.), Las Palomas (1857 mts.), El Blanquillo (1830 mts.), El Mariasnal (1825 mts.) y El Yelmo (1809 mts.); a lo que debemos sumar una gran cantidad que superan los 1500 mts.
Las Juntas de Miller. Confluencia del río Zumeta con el Segura
La sierra en su conjunto presenta unos relieves de abrupta y compleja tipografía donde alternan altas montañas con valles, altiplanos, calares y depresiones. En su conjunto, todos estos relieves, debido a su altitud, orientación y exposición de sus suelos y litologías a las condiciones climáticas, derivan en la formación de unos paisajes de contrastes, de calidad  geomorfológica diversa, así como en unos ecosistemas de gran valor por su biodiversidad por el número de especies endémicas que albergan y extensión de sus masas forestales. El territorio está surcado de valles profundos modelados por la erosión de los ríos que tienen aquí su nacimiento, destacando por su relevancia el Segura, El Mundo, el Madera, el Tus, el Zumeta, el Orcera, el Onsares, el Trujala, el Carrizas, el Guadalimar, el Guadalmena y el Guadalquivir.

El suelo y el clima son los factores del medio físico que más influyen en el tipo de cobertura vegetal y en los cultivos serranos. En los relieves de la Sierra de Segura, los tipos de suelos más relevantes serán los litosuelos (suelos pedregosos, poco evolucionados, de zonas altas y rocosas con vegetación de algo de pinar y matorral de piornales y lastonares), los regosoles calcáreos (suelos pedregosos sobre calizas y dolomías colonizados por robledales y pinares), las rendsinas (suelos de alta montaña caliza con sabinares, pinares y piornales, los cambisoles cálcicos (suelos evolucionados ricos en nutrientes y carbonatados que se hallan en zonas llanas son cultivados por su fertilidad, y los luvisoles (suelos evolucionados ricos en arcilla roja y en nutrientes donde crecen encinares, quejigales y pinares).
Paisaje de piornales
Si consideramos la interrelación de relieve, clima, suelo y vegetación podemos interpretar los diversos pisos bioclimáticos de la Sierra de Segura, pudiendo encontrar un piso mesomediterráneo que ocupará las partes más bajas del territorio y según se trate de laderas en solana o umbría hasta los 1200 mts. de altura, donde crecerá el pino carrasco, la encina o carrasca, así como coscojar, el romero, el madroño, la retama, la cornicabra y el cultivo del olivo; el piso supramediterráneo, que lo hallamos hasta los 1700 mts., estando ocupado por el pino laricio, especie vegetal con mayor biomasa y representatividad, el pino resinero, el negral o rodeno, el enebro, la sabina, la jara, el melojo, la poa, la salvia o el torvisco; y por último el piso oromediterráneo, que es el piso de las cumbres, situado por encima de los 1700 mts., que carecerá de bosques densos de pinar y la vegetación estará formada por prados de lastón, herbáceas diversas, el sabinar de alta montaña y el matorral espinoso almohadillado como el cojín de monja o asiento de pastor,  el astrágalo y la hierba pedrera.
Paisaje segureño de pino laricio
La fauna es diversa con variadas especies cinegéticas como la cabra montés, el ciervo, el gamo, el jabalí, el muflón o el zorro. También son  numerosas las especies de aves, abundando las rapaces como el quebrantahuesos, águila calzada, águila perdicera, águila culebrera, el buitre, el halcón, el milano, el búho, la lechuza y el mochuelo.  Existe una especie singular como es la ardilla roja, endémica de la Sierra de Segura, que presta su imagen como logotipo de la Comarca. En la cabecera de los ríos de montaña alta y media, Segura, Madera, Tus y Zumeta, se encuentra la trucha común y la trucha arco iris. Finalmente, la riqueza de la comarca está basada en el olivo, la madera y también el ganado ovino, siendo la oveja segureña autóctona de la Sierra de Segura.
Ardilla roja. Icono de la Sierra de Segura
            Las montañas son la manifestación más visible de las potentes fuerzas tectónicas en acción, que han levantado su arquitectura, y de los dilatados períodos de tiempo en los que han operado las fuerzas erosivas que las han modelado y la Sierra de Segura no está al margen, siendo un complejo conjunto de montañas que forman un sistema interactivo de relieves, rocas, agua, suelo, clima, flora, fauna y seres humanos, que con su acción transformadora han intervenido de forma importante en la fisonomía serrana, desarrollando estrategias diversas de adaptación al medio natural a lo largo de la historia.

La adaptación humana consiste en realizar un gran esfuerzo de aproximación al medio físico practicando una extracción de recursos naturales al tiempo que desarrollando un equilibrio y respeto por el entorno natural, poniendo en práctica métodos, técnicas y una arquitectura para vivir en un escenario de escarpados relieves, frío invernal, heladas, fuertes tormentas de lluvia y nieve, así como ocasionales sequías. El entorno ha modelado los hábitos del hombre y mujer serranos, sus rasgos culturales, su alimentación, la expansión y contracción de la población, la disposición del hábitat, la vivienda, los tipos y zonas de cultivo, los sistemas hidráulicos o las comunicaciones; en definitiva, su devenir histórico que ha ido formado su realidad actual, creando en la naturaleza e historia humana un binomio inseparable.
Pastoreo tradicional de oveja segureña.
Los habitantes que colonizaron y vivieron en la sierra, a lo largo de la historia, hicieron un uso más o menos sostenible de los recursos que el territorio ofrecía, en ocasiones mejorando las condiciones del entorno natural o degradándolo y activando procesos de erosión del suelo y pérdida de biodiversidad. Por lo tanto, el paisaje será el resultado de la acción de procesos físicos, bioquímicos y antrópicos sobre los materiales de un territorio a lo largo del tiempo, que como todos los sistemas dinámicos que lo integran, está en perpetuo cambio y evolución. La Sierra de Segura ofrece un mosaico de paisajes naturales y culturales, estando ambos en constante interacción. El Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa, 2000), define el paisaje como “área, tal y como la percibe la población, el carácter de la cual es el resultado de la interacción de factores naturales y humanos”, por lo que la política de conservación del paisaje de la comarca de la Sierra de Segura, es clave para la sostenibilidad territorial dándole un nivel patrimonial en todos sus aspectos.
Paisaje del Calar del Río Mundo.
Nuestra comarca alberga paisajes naturales y culturales de gran variedad, interés y calidad. Por su importancia geomorfológica, botánica y paisajística, destacan los calares y entre ellos el Parque Natural de los Calares del Río Mundo con un total de 19.192 has., repartidas por los términos municipales de Cotillas, Molinicos, Riopar, Vianos, Villaverde de Guadalimar y Yeste. Aquí se encuentra uno de los más espectaculares paisajes kársticos de España e incluso de Europa, el llamado Calar del Río Mundo. Se trata de una alta y extensa plataforma caliza que se eleva por encima de los 1200 mts., destacando las elevaciones del Calar del Mundo (1631 mts.), Viboreros (1655 mts.) y Argel (1694 mts.). El macizo con una extensión de unos 55 km2 que se halla limitado por todos sus lados por profundos valles. En su karstificada superficie (exokast), se han originado un vasto sistema de geoformas de disolución como lapiaces, dolinas o torcas, uvalas, poljes, sumideros de génesis nivo-pluvial; mientras que en su parte interna (endokarst) se halla horadado por un intrincado sistema de lagos, galerías, grutas y cavidades de variable amplitud y estilo que pueden suponer un total de más de 40 km. de longitud., que se abastecen de un caudal nivo-pluvial a través de diversas dolinas de la superficie.
Representación de paisaje Kárstico.
Todas las características expuestas, a nivel geomorfológico, dan unas particularidades muy singulares que aportan a nuestra Sierra de Segura y, más concretamente, a nuestra comarca, una personalidad claramente definida que ha perdurado a través del tiempo y que hoy en día sirven como perfecto marco geográfico al desarrollo de actividades humanas que han evolucionado y compaginado la tradicional explotación de recursos naturales con nuevas fórmulas volcadas en el turismo de la naturaleza, siendo la perfecta regulación de esta nueva explotación, la que aporte un equilibrio que siga respetando sus paisajes y sus valores naturales.

F. VALLE TENDERO; F. Gómez Mercado; J.F. Mota Poveda; C. Díaz de la Guardia. Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, Guía botánico-ecológica. Madrid, 1989. 
F. LÓPEZ BERMÚDEZ, El karst del Calar del Mundo. Estudios Geográficos, nº 136. Madrid, 1974.
C. SANZ DE GALDEANO, Evolución geológica de las Cordilleras Béticas. 1990.


lunes, 27 de noviembre de 2017

PUENTEÑ@S....... JUAN MANUEL ENDRINO LÓPEZ

Hace tiempo que no habíamos abordado la sección de PUENTEÑ@S y queremos recuperarla, al tiempo que animamos a que aquellos paisan@s que deseen aparecer en ella rellenéis el cuestionario que aparece en la parte superior de la página principal del blog, con la publicación de la semblanza personal de un querido paisano, que como tantos otros tuvo que emprender el camino de la emigración. Se trata de Juan Manuel Endrino López, quien recaló en la provincia de Valencia, concretamente en Torrente, ciudad donde reside un nutrido grupo de puenteñ@s, donde desarrolló su actividad profesional y donde se ha integrado de forma plena. Muestra de ello, ahora desde su jubilación, es la gran cantidad de tiempo que dedica a la actividad asociativa, tiempo que indudablemente le quita a su otra gran pasión, su familia y sobretodo sus nietos. Desde esas tierras valencianas jamás ha dejado de tener en el recuerdo su pueblo y sus gentes, siendo numerosas sus estancias y viajes al mismo, donde tiene siempre presente sus vivencias juveniles y a sus grandes amigos.
Juan M. Endrino López


DATOS PERSONALES.
Nombre.
Juan Manuel Endrino López
Edad.
74 años
Dirección.
Torrent (Valencia)
Profesión/Ocupación.
Mecánico jubilado
Año de emigración.
1960
Destino.
Valencia
Lugar de residencia actual.
Torrent (Valencia)
Contacto (teléfono/correo electrónico).
Cuenta de Facebook. juan.endrino@gmail.com      tl.607.937.050

Juan junto a su esposa.

DATOS FAMILIARES.-
Nombre de padres.
Vicente y Angela
Nombre de hermanos.
José, el mayor y Ángela la pequeña
Nombre de los abuelos.
Paternos.- Gaspar Endrino “El Pastor” y Petra López
Maternos.- Gabriel López “El Tremendo” y Luisa Paris “La vendedora de chochos”
Referencia familiar (apodo).
Materno.- “Los tremendos”
Calle/zona del pueblo de residencia familiar.
Calle Cantarranas
Familiares actualmente en el pueblo.
Ninguno
Juan, junto a su hermano mayor José

REFERENCIAS PERSONALES.-


Estudios.
Básicos
Trayectoria profesional/ocupacional.
Mecánico en el taller de Alfonso en el pueblo. Después en Valencia en un taller propio.
Aficiones.
Asociacionismo.- Asociación Cultural Campista de Valencia, Asociación Cultural Castilla-La Mancha (Torrent) y Asociación Cultural Andaluza (Torrent)
Inquietudes/Actividades.
Cuidador de mis nietos.
Nombre de amigos/as del pueblo.
Muchos pero destacan nombrados por sus motes: El Andalús de los Trujillos; Chimindoque; Carrucho; Chuletas; Javalón, el Mudo panadero; etc…
Lugar del pueblo que más te gusta.
Todos sus rincones son un verdadero recuerdo para mí.
Mejor recuerdo que tienes del pueblo.
Centenares de miles serían ¿qué se yo?...  Pienso que  todo lo del pueblo me trae gratos recuerdos. 
Que no te gusta del pueblo.
Los recuerdos de Dº Pedro el cura en su labor de maestro y la de José Antonio el municipal por ser excesivamente severo con nosotros cuando éramos niños.
Con qué frecuencia vas al pueblo.
Cada verano en fiestas y cuando puedo en San Isidro.
Última vez que estuviste en el pueblo.
Este pasado verano.
Cómo podríamos mejorar el pueblo.
No sabría decir, eso lo dejo a los vecinos y responsables del Ayuntamiento.
Explica algún recuerdo, vivencia o anécdota que hayas vivido en el pueblo.
Hay muchas buenas y otras menos buenas, pero como agua pasada no mueve molino. Recuerdo con añoranza aquellas fiestas y todas las travesuras que hacíamos.  Especialmente todo lo vivido con los amigos en el río y como nos bañábamos en él.

Juan y su máxima pasión, sus nietos

lunes, 13 de noviembre de 2017

RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA SIERRA DE SEGURA (XI)

Después de un tiempo, retomamos las publicaciones que se centran en hacer un breve repaso a la historia de la Sierra de Segura. En esta ocasión, y dando continuidad a la publicación de finales de abril, volvemos a tratar sobre el denominado Común de la Sierra de Segura, periodo donde las gentes que habitaban nuestro territorio gozaron de ciertos privilegios económicos que surgían de la explotación de los recursos que la sierra ofrecía, permitiendo vivir un momento histórico donde una propia administración otorgada en las Ordenanzas de 1580 propiciaron el desarrollo y la consolidación poblacional en nuestra comarca.

Capítulo undécimo.- EL COMÚN DE SEGURA Y SU TIERRA. (2ª parte)
(jt)
Una etapa fundamental de nuestra historia comienza en 1246. Por entonces todo territorio de la actual Sierra de Segura ha sido ya conquistado a los musulmanes pero sigue manteniendo su condición fronteriza respecto al Reino de Granada. Pero una vez conquistado, la repoblación del amplio espacio no fue tarea fácil. En la mayoría de las zonas pobladas de la sierra habían quedado algunos musulmanes que no dudaron en abrazar el cristianismo como fórmula de mantener su forma y hábitat natural. Estos mudéjares no serían suficientes para mantener una actividad económica que propiciase una explotación señorial de las nuevas tierras recuperadas, además no eran suficiente contingente que diera garantía defensiva, por lo que se hace imprescindible el otorgamiento de unas concesiones ventajosas a los nuevos pobladores cristianos procedentes de Castilla, principalmente procedentes de la provincias más meridionales.
Grabado medieval sobre la explotación maderera
Este fuero especial fue concedido por el rey Fernando III a través de la cesión de estas tierras a la orden de Santiago frenando las aspiraciones del Arzobispo de Toledo por un lado y del poderosísimo Concejo de Alcaraz por otro. En este contexto situaremos la visita a Segura de D. Alfonso en 1254, comprobando así la necesidad de conceder exenciones para animar a repoblar con éxito estas nuevas tierras para así ponerlas en cultivo y producción, manteniendo así estable el dominio de una zona fronteriza y extremadamente peligrosa por la proximidad del Reino musulmán de Granada. De hecho durante los S. XIV y XV fueron diversas las expediciones musulmanas sobre estos lugares, produciendo ataque, saqueo, apresamiento de lugareños como esclavos y destrucción de Hornos, Génave o Siles entre otros lugares. Este será el motivo por el cual la principal concentración de población, generalmente como campesinos libres y propietarios de parcelas y tierras, ocupará el valle del Guadalimar situado más al norte, y por lo tanto más protegido, quedando bastante más despobladas las zonas interiores de montaña. El principio fundamental para la repoblación será la donación que los maestres de la Orden de Santiago harían del territorio a favor de los concejos que se crean y los vecinos particulares que adquieren así la ciudadanía plena con derechos sobre la explotación comunal de campos y montes, acudiendo también otras gentes desarraigadas que buscarán oportunidades y trabajo que abundará lejos de sus lugares de origen.
Ejemplar de las Ordenanzas del Común de Segura. 1580
Esta población ocuparía las casas y poblados vacíos o con escasos moradores mozárabes, así como sus huertas y tierras. Estando exentos de pagos de ciertos tributos durante un periodo de años, normalmente cinco o diez según casos, o incluso de forma definitiva; a cambio debían tener obligación de residencia para adquirir la vecindad, aunque derivado de los enormes peligros, el asentamiento estable era difícil, pues era práctica habitual renunciar a esos derechos reconocidos para trasladarse a otras zonas de reconquista más ricas y seguras o incluso retornar a Castilla especialmente cuando se producían razzias o incursiones de soldados del Reino de Granada que producían enorme daño a cosechas, propiedades, rebaños o incluso a personas, con lo que nunca podremos hablar de una población estable en estas tierras serranas durante los siglos XIII y XIV.

Como especificamos en el capítulo anterior, las dinámicas de vida de los lugareños asentados en la Sierra de Segura alcanzaron cierta estabilidad a raíz de la caída definitiva del Reino Nazarí de Granada. Será pues el S.XVI un siglo de creación de estructuras productivas que estabilizaron población y desarrollaron capacidad para la extracción de recursos naturales, muy abundantes en nuestro territorio. La población fue creciendo y las posibilidades económicas aumentando ya que la Sierra de Segura seguía conservando los privilegios otorgados durante los primeros pasos de la repoblación cristiana, lo cual la hacía, ahora sí, bastante atractiva a nuevos pobladores, con un régimen foral otorgado igualitario, por ser tierras que no se pueden enajenar a personas ajenas a la comunidad vecinal implantada desde antaño, por lo que no se podía vender a nobles ni otros propietarios de bienes territoriales que no fueran o pertenecieran a instituciones de la comarca, y siempre conservando la Orden de Santiago la reserva y dominio jurisdiccional que le otorgaba derecho a percibir determinados tributos como el diezmo, el portazgo, el montazgo y los derivados del uso de molinos, hornos, fraguas y servicios ajenos al propio aforamiento otorgado.
Representación del Antiguo Monasterio de Sta. María de la Peña
Este fuero que debía aportar bastantes prebendas y privilegios, básicamente económicos, a los nuevos pobladores respecto a otras zonas de conquista, regirá la vida comunitaria de los segureños hasta 1748 en el que la Sierra de Segura es nombrada provincia marítima para la explotación de su riqueza natural maderera, es decir, más de 500 años.

No existe constancia física de los términos aunque se sabe de la existencia de un texto fechado en 1480 que contemplaba estas ventajas, básicamente impositivas, a los repobladores y es más que probable que existiesen otros, aún más antiguos, de los cuales no tenemos referencias. Si es cierto que conocemos y está documentada la secular ley de otorgamiento real a través de las  Ordenanzas del Común de Segura y su tierra, elaboradas en 1580, en el convento  franciscano de Santa María de la Peña, en Orcera que se había empezado a construir en 1534 tras el descubrimiento de una talla gótica de la Virgen que hoy se encuentra en la Parroquia de Segura de la Sierra.  El texto de las Ordenanzas de la Sierra de Segura tiene un valor añadido pues permite acercarnos a una época convulsa de la historia de España, el último tercio del S. XVI.
Monumento conmemorativo en Orcera
Bastante información sobre las particularidades de la Sierra de Segura en esta época las podemos relativizar gracias a la publicación, hacia 1575, de las Relaciones Topográficas, mandadas redactar por Felipe II, en las que se que pretendía ofrecer una descripción detallada de todos los asentamientos poblacionales de los reinos que gobernaba. Estas descripciones mostraban que la mayoría de los vecinos vivían hacinados en casas pequeñas, propias o comunales, fabricadas en adobe y techos de jaras y cabríos de pino, las familias poderosas y la Iglesia invertía sus rentas en construcciones de obra en mampostería, con edificación de estilo renacentista, muchos de las cuales se conservan en los diferentes lugares de la comarca, siendo el insigne arquitecto Andrés de Valdevira y su estilo constructivo claro exponente de estas iniciativas en la edificación.

En este contexto se redactaron y firmaron las Ordenanzas del Común de Segura de 1580, que como está constatado se produjo en el Monasterio franciscano de Santa María de la Peña, ya desaparecido, que entonces era jurisdicción de Segura y que estaría ubicado en los terrenos que ocupa la actual plaza de toros en Orcera. Allí se reunieron, en la sacristía de dicho monasterio, entre el 27 y 29 de julio de 1580, el escribano del rey D. Francisco de Molleda, por orden de Felipe II quien las firmó el 5 de julio de 1581, el gobernador de la Jurisdicción de Segura y los procuradores representantes de cada concejo para su redacción, que con toda seguridad estarían basadas en ordenanzas anteriores, por lo que en realidad se trataría, más que de una redacción, de una actualización. 
Felipe II
Las Ordenanzas están formadas de 72 capítulos muy similares a los contemplados en el Fuero de Cuenca, pero ampliadas y adaptadas a las particularidades y necesidades de la Sierra de Segura. Regulan todas las actividades laborales, económicas y jurídicas, además de dar a conocer cómo era la vida de los vecinos de toda la Sierra de Segura, a qué se dedicaban, cuáles eran sus fuentes de ingresos, sus costumbres, etc… Por ellas conocemos en primer lugar todo lo referente a los caballeros que tenían la responsabilidad de administrar, controlar y recaudar impuestos de lo que la Sierra producía, las normas que se aplicaban a los foráneos que vinieran a extraer recursos y beneficio de sus riquezas; de la regulación y aprovechamiento de tierras, quemas y roturaciones, de la tala de árboles y de la distribución comunal de la madera a través de las sierra de agua y el control de su comercio; de la recolección de bellotas, nueces, avellanas y productos que ofreciera el bosque, de la ganadería, de las veredas, fuentes, animales y su caza; también de las huertas y frutales, de su recolección y prohibición de cortarlos, así como de diversas prácticas agrícolas, de la práctica de la pesca y de la caza. Finalmente también se regulaba el uso y aprovechamiento de molinos, almazaras, sierras de agua y batanes.
Ejemplares de pino laricio de la Sierra de Segura
Las Ordenanzas fueron un código completo para la protección y regularización de toda actividad económica y social de la comarca que tendrá gran trascendencia y vigencia a lo largo de mucho tiempo, estableciendo las bases de convivencia entre los habitantes de nuestras tierras. Debemos reconocer que las vegas de los abundantes ríos segureños se convirtieron en centro de producción de hortalizas, pero no con la suficiente productividad para proporcionar riqueza. Por esa circunstancia, y ante la carencia de extensiones de tierras productivas, fueron los cultivos arbóreos, básicamente mediterráneos, los que predominaron, siendo el olivo, ya en aquel entonces, el que alcanzó notable predominio, debido principalmente a la enorme compatibilidad que ofrecía con la actividad ganadera de cabras y ovejas que se adaptaron fácilmente a nuestro territorio. Pero si tenemos que hablar de un protagonista que ofrecía gran beneficio y riqueza a todo nuestro entorno, principalmente a las familias que mantenían privilegios, debemos destacar la explotación maderera. La madera de nuestra sierra, que por aquel entonces mantenía una explotación racional y proporcionada a los recursos, sirvió para abastecer los astilleros nacionales más importantes, principalmente los situados en Sevilla, Cartagena y Cádiz, desoyendo lo apuntado por una Cédula Real datada en 1593 que no aconsejaba el uso de la madera del pino segureño para la construcción de barcos destinados a la carrera de Indias.
Grabado representativo de los astilleros de Cartagena
Eran muchos los lugareños que trabajaban en la tala y conducción de la madera a través de los ríos que la surcaban, básicamente el Segura y el Guadalquivir, a los que llegaba la madera desde sus afluentes como son el Guadalimar, el Tus o Guadalentín. Un punto estratégico lo situamos en la confluencia de los ríos Trujala y Guadalimar, a donde llegaba la madera en carretas. Ya en la obra del escritor malagueño del Siglo de Oro de nuestras letras, Vicente Espinel, titulada “La vida del escudero Marcos de Obregón”, aparecen los pineros y gancheros de Segura como “hombres fuertes de brazos y ligeros de pies y piernas, grandes madereros y sufridores de aguas, fríos y trabajos”.

El comercio de la madera estaba en manos de mercaderes de Úbeda, aunque el Concejo de Segura tenía más predilección por establecer negocio con los sevillanos que resultaban más generosos, llegándose a firmar contratos de hasta doce mil pinos en un tiempo de ocho años. Como la Sierra era deficitaria en otros productos básicos de gran necesidad como el cereal o el vino, la explotación de la madera sirvió para abastecerse de recursos que permitieran su adquisición, por ese motivo las Ordenanzas del Común de 1580 prohibían a los forasteros sacar cargas sin establecer a cambio medida de productos de abastos necesarios.
Vega del Río Trújala
Otro aspecto relacionado con la explotación maderera era la utilización de las llamadas sierras de agua, que eran artilugios mecánicos para aserrar la madera, instalados en lugares acondicionados al efecto, evidentemente próximos a un salto de agua que generara la suficiente fuerza mecánica. Las sierras eran entregadas a los vecinos para un uso equitativo y de justa repartición, siendo cooperativo su utilización y aprovechamiento, puesto que las sierras manuales estaban prohibidas. Las ordenanzas establecían una cuota de corte y reservaban los beneficios a los aserraderos. Los vecinos no podían cortar madera de forma individual para construir sus viviendas o diversos usos, aunque en ocasiones, de forma clandestina, si se realizaban pequeños trabajos, saltándose la norma que velaba por el reparto equitativo de la riqueza forestal. 
Mecanismo de una sierra de agua

         La madera para uso comercial no podía sacarse de la sierra en carretas, cuestión que estaba controlada y penada, porque así se evitaba la creación de almacenes externos al territorio donde se pudieran proveer de madera los forasteros, creando un claro perjuicio al interés del Común.

Los llamados arteseros y cadiceros debían aprovechar al máximo la madera para que no hubiera desperdicio y los montes se pudieran esquilmar, siendo la fabricación de diversos utensilios para diferentes tareas y usos, como artesas, trillos, arcas, etc.., su principal actividad y que después se comercializaban en las zonas limítrofes del Levante, La Mancha y el resto de Andalucía. Es de destacar que la madera de nuestra Sierra sirvió en numerosas ocasiones como base de andamiajes y para los fastuosos, en lo decorativo, retablos barrocos, por su esbeltez y fácil trabajo, al que acompañaba la correcta impregnación de la policromía barroca. Muestra de ello es la gran cantidad de madera destinada a la construcción de andamios, artesonados y retablos para la Catedral de Jaén durante gran parte de los siglos XVI y XVII, que está constatado era originaria de la villa de Segura.
Retablo del altar mayor de la Catedral de Jaén
Por lo tanto, debemos concluir aportando la idea que la repoblación cristiana no fue tarea fácil al ser tierras fronterizas, cuestión que propició prebendas y beneficios para sus habitantes contemplados en diversas normativas y ordenanzas, que tuvieron enorme trascendencia durante más de 500 años como instrumento regulador del comercio y de los aprovechamientos de los recursos naturales de la Sierra de Segura, pero siempre en un marco de racionalidad para generar dinámicas de beneficio común a todos sus habitantes.
Mapa de la provincia marítima. 1748

        Las normas que regirían en nuestra sierra no serían muy distintas a las normativas que, con fortuna, conservamos escrita en 1580, por lo que podemos afirmar que con este código exhaustivo y muy completo se reguló la explotación de los recursos desde la época de la reconquista, siendo su protección y beneficio común de toda actividad económica y social en la comarca durante más de 500 años hasta que el 31 de enero de 1748 cuando Fernando VI firmó unas nuevas ordenanzas por la que se declaraba nuestro territorio como provincia marítima, perdiendo así todos sus privilegios.


Segura Verde (jt)